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Pablo Julián Davis

2016-09-05 by Pablo J. Davis Leave a Comment

La palabra de los mil disfraces: la larga y extraña carrera de “freak”

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Querida lectora o lector,

Las palabras cambian a través de los años y generaciones—cambian de deletreo, de sonido y sobre todo de significado. Pero algunas recorren caminos tan largos, con tantas vueltas y sorpresas, que llegan a ser increíbles. Una de éstas la encontramos en inglés: la voz freak.

Circus poster photo, Ala., Walker Evans [1935] [AmMemory LOC id- fsa1998017988(slash)PP]

Una asociación fuerte de la palabra freak era con el circo, donde significaba una persona exhibida en razón de alguna característica inusual (a veces morbosa) como la estatura extrema, dedos demás en manos o pies, etc. La foto es de un afiche de circo en Alabama en 1935, por Walker Evans (fuente: Library of Congress, American Memory website).

Guerrero valiente o feroz. Esta acepción es antigua, se remonta al año 900 o antes.

Capricho, abrupto cambio de parecer.  Establecido ya en el siglo 19. “A sudden freak seemed to have seized him” (Pareció apoderarse de él un repentino capricho) (Jane Austen). Ya casi no se usa. Pero el verbo to freak out sigue siendo muy corriente—se refiere a un ataque de conducta muy nerviosa o irracional ante una situación.

Entusiasta, maniático.  Del capricho se pasó al entusiasmo. Es muy común aún oír decir, “She’s a health freak” (Es una maniática de la salud).

Fenómeno, anormal.  De la idea de capricho surgió la de lo fenomenal, lo raro.  Una persona muy alta, por ejemplo, puede ser tildado a freak ó a freak of nature (un fenómeno de la naturaleza). Allá por 1920 crecía el término circus freak—una persona (o animal) exhibida en el circo, las ferias o lo que en inglés se llama carnival y que poco tiene que ver con los festejos antes de la Cuaresma. Como ser “La mujer barbuda” o “La ternera de dos cabezas”.

Raro, inusual. Lindante con la acepción anterior, pero sutilmente distinta, es ésta: como adjetivo, freak  puede significar “raro, inusual”. Por ejemplo, se diría que una nevada en pleno verano es a freak snowstorm; o, de cualquier acontecimiento raro y con muy poca probabilidad de repetirse, a freak occurrence.

Drogadicto.  En los años 1960s y 1970s, se llamaba freak o hippie freak al amante de la droga, usualmente marihuana o LSD. Se asociaba, en el hombre, al pelo largo y la barba. The Fabulous Furry Freak Brothers (Los Fabulosos y Peludos Hermanos Freak) era un cómic under de la época.

Ninfómana, persona hipersexualizada. Fue cediendo espacio el tema de la droga, ante un nuevo significado. Rick James, al cantar “Super freak, the girl’s a super freak” aludía a la presunta insaciabilidad sexual de una persona. En español está la palabra técnica ninfómana y sinnúmero de términos de slang, entre ellos loca, muy usada en este sentido en Argentina y Uruguay.

             ¡Buenas palabras! Good words!  

Copyright  ©2016 by Pablo J. Davis.  Se reservan todos los derechos. Una anterior versión de este ensayo apareció originalmente en la edición del 8 al 14 de mayo 2016 de La Prensa Latina(Memphis, Tennessee), como la entrega número 179 de la columna semanal bilingüe “Misterios y Engimas de la Traducción/Mysteries and Enigmas of Translation”.  Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la ATA (American Translators Association), inglés>español, e Intérprete Certificado por los Tribunales del Estado de Tennessee inglés<>español, además de entrenador en los campos de la traducción, interpretación y competencia transcultural. Es doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Johns Hopkins, y actualmente candidato al Juris Doctor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Memphis (mayo 2017).

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2013-12-30 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Feliz Año Nuevo, Happy New Year…

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Querida lectora o lector,

Está a la orden del día este saludo, junto a “¡Feliz Año!” y “¡Próspero Año Nuevo!”

En inglés, por lo general, se dice “Happy New Year!”, sin variantes.

La Nochevieja se llama New Year’s Eve en inglés: víspera de Año Nuevo.January antique almanac

El nombre de enero (January en inglés, con mayúscula) es por Jano, dios romano de las puertas, con una cara mirando hacia atrás y otra adelante. Como solemos hacer a principios de año: las resoluciones de año nuevo (New Year’s resolutions en inglés) parecen remontarse a la era romana. Es de suponer que su incumplimiento es de similar antigüedad.

El año no siempre comenzó en enero. Entre otras fechas, este honor le tocó por largos siglos al 25 de marzo, comienzos de la primavera en el Hemisferio Norte. Fue remplazado por el 1º de enero al adoptarse el calendario gregoriano (en 1582 en los países católicos, más tarde en otras partes, como 1752 en Inglaterra).

Para fechas en años cercanos al cambio, es frecuente encontrar la leyenda ‘Estilo Viejo’ (calendario juliano) o ‘Estilo Nuevo’ (gregoriano). De hecho, en documentos de mediados del siglo XVIII en lengua inglesa, se usan ‘O.S.’ (Old Style) y ‘N.S.’ (New Style) a modo de aclaración. Por ejemplo, la fecha “Mar. 15, 1753 O.S.” sería igual a “Mar. 15, 1754 N.S.” ya que en el sistema antiguo, el año cambiaba no el primero de enero sino el 25 de marzo.

En el calendario republicano francés tras la Revolución, la fecha que iniciaba el año era nuestro 22 de septiembre.

El comienzo del año (o ejercicio) fiscal, según el país, puede ser  1º de enero, abril, julio u octubre. El escolar, en marzo en el Hemisferio Sur, tradicionalmente en septiembre en el Norte (para tristeza de la juventud, arranca cada vez más temprano,  ¡hasta a principios de agosto!).

Movedizos son el Año Nuevo judío (este año 24-26 septiembre), islámico (este año 24-25 octubre) y chino (este año 31 enero).

Incluso los cumpleaños pueden considerarse, y de hecho son pensados así por muchas personas, como el comienzo de un nuevo año en lo personal.

Así es: cada año hay muchos Años Nuevos. Que todos y cada uno de ellos en el 2014 le traigan salud y prosperidad a usted y sus seres queridos.

Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la American Translators Association (Asociación Norteamericana de Traductores) ing>esp, e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee ing<>esp. Una versión anterior de este ensayo fue publicado originalmente por La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) en la edición del 30 dic. 2013 al 5 ene. 2014, como parte de la columna bilingüe semanal ‘Misterios y Enigmas de la Traducción’/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2013-11-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Halloween y Día de Muertos: miedo y comunión

por Pablo J. Davis

Nos encontramos en el brevísimo intervalo entre el gran festejo norteamericano de Halloween (31 octubre), y el Día de Muertos (1 y 2 noviembre) asociado primordialmente con México, aunque celebrado en diversos países latinoamericanos. Es buen momento para reflexionar sobre cultura, sobre similitudes y diferencias.

La Calavera Catrina, genial creación del artista mexicano José Guadalupe Posada, ya lleva un siglo como el ícono por excelencia del Día de Muertos.

 

Es común la creencia, en Estados Unidos, de que el Día de Muertos es esencialmente “el Halloween mexicano”. Pero, ¿será cierto? Al igual que la palabra ‘amigo’ en español y friend en inglés, que se ubican una al lado de la otra en los diccionarios bilingües y sin embargo se refieren a realidades bastante distintas (lo mismo podría decirse de familia/family, fiesta/party y sinnúmero de otras duplas culturalmente significativas), Halloween y Día de Muertos comparten algunos símbolos y la misma época del año pero constituyen fenómenos culturales bien diferenciados.

Las diferencias entre dos fiestas, a primera vista tan similares, no son precisamente lo que se entiende en lingüistica por el término ‘falsos amigos’.  Esto último se refiere a palabras que a la persona extranjera parecieran significar una cosa, debido a su similitud con alguna palabra familiar en su idioma, pero que en realidad significan otra cosa. Por ejemplo, una persona hispanohablante al leer en inglés que ‘Smith suffered injuries at the hands of Jones’ posiblemente creerá que Jones insultó o calumnió a Smith; en realidad, de lo que se trata es una agresión física, ya que ‘injury’ en inglés significa lesión o lastimadura, y no calumnia como en español. Los falsos amigos pueden ser engañosos, pero en última instancia se corrigen con relativa facilidad por aquellas personas con buen dominio de ambos idiomas.

No es el caso, sin embargo, de los fenómenos culturales.  En ese plano, las diferencias suelen ser más sutiles, y posiblemente no las capte ni siquiera el diccionario bilingüe. La mayoría de los angloparlantes, por ejemplo, son más propensos a llamar a un individuo friend cuando en equivalente situación interpersonal, los hispanohablantes dirían más bien ‘compañero’ o ‘colega’ – reservándose ‘amigo’ o ‘amiga’ para relaciones de amistad más íntimas.  Se puede pensar que la palabra ‘amigo’ es un poco más ‘cara’ en español de lo que esfriend en inglés. Dicho esto sin ánimo de adjudicar superioridad a una ni a otra cultura; simplemente, registramos una importante diferencia cultural, una diferencia que cuando no se comprende, puede causar malentendidos y hasta dolor.

¿Y cómo se relaciona esto con Halloween y el Día de Muertos?  Son dos fiestas, que al parecer son equivalentes muy cercanos, si no básicamente intercambiables, pero que en realidad ocupan lugares muy distintos en cada mapa cultural.  Halloween es, esencialmente, un festejo construido a partir de un desafío o burla a la muerte y sus terrores, a los que se pretende neutralizar teatralizándolos.  Ocurre una especie de juego osado, un bailar frente a lo macabro.

En la cultura mexicana, mesoamericana  y latinoamericana en general, el Día de Muertos es otra cosa. Uno celebra, recuerda, honra a los seres queridos difuntos– padres, abuelos, tíos y otros familiares – y es muy común oir hablar a la gente de ‘mi muertito’ o ‘mi muertita’. A lo largo de las décadas y siglos de la Colonia, se fueron entrelazando tradiciones indígenas, precolombinas y precristianas de culto a los antepasados, por un lado, con los ritos del calendario cristiano y de esa interacción nacieron cosas nuevas: los estudiosos de la historia y cultura religiosa hablan de prácticas religiosas ‘sincréticas’. Así fue que la celebración del Día de Muertos vino a coincidir con el Día de Todos los Santos o la conmemoración de los Fieles Difuntos.

Las ramificaciones rituales de esta festividad son múltiples y complejas. Los pasteles horneados en la forma de calaveras y esqueletos, la creación de figuras de esqueleto en muchos casos vestidos y adornados con sombreros y otros accesorios, la preparación de altares con fotografías de seres queridos y con ofrendas a los mismos, la redacción de versos satíricos y una tradición iconográfica riquísima relacionada con la muerte (su exponente más famoso, José Guadalupe Posada, creó la inmortal ‘Catrina’ cuya imagen se ve arriba a la derecha) son tan sólo algunas de las infinitas prácticas festivas que el Día de Muertos ha generado.

Si bien hay prácticas religioso-culturales en otras partes de la América Latina que guardan ciertas similitudes con el Día de Muertos –por ejemplo, el culto de ‘San La Muerte’ en la zona cultural guaraní del Paraguay, norte de la Argentina y sur del Brasil, de fuerte arraigo popular pero desestimadas por la Iglesia Católica como tradiciones paganas – no hay nada que se asemeje realmente a la centralidad que ocupa el Día de Muertos en la cultura mexicana y mesoamericana.

No obstante, la entereza frente a la muerte y su aceptación, junto a la exigencia de mantener los vínculos de unión con los seres queridos desaparecidos, características fundamentales del Día de Muertos, forman un hilo conector que recorre gran parte del mapa cultural latinoamericano. Hace medio siglo, el gran guitarrista, compositor y cantante argentino, Atahualpa Yupanqui (1908-1992) plasmó en la letra de su canción, “Los hermanos”, esta conmovedora idea:

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.
En el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.        

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños, cada cual.
Con la esperanza adelante,
con los recuerdos detrás.

. . .

Y así, seguimos andando
curtidos de soledad.
Y en nosotros nuestros muertos
pa que nadie quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar . . .          

Al final de cuentas, el desafío de interpretar los fenómenos culturales a través de las barreras del idioma nos exige una sutileza de comprensión aún más allá de lo que demanda la traducción.  Dos cosas que lucen muy parecidas pueden ser fundamentalmente distintas. En este caso, dos fiestas que evidentemente tienen que ver con la mortalidad humana: en un caso, un jocoso desafío a la muerte, en el otro, una amorosa y alegre comunión con los seres queridos difuntos.

Copyright ©2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Una versión de este ensayo apareció originalmente en octubre del 2011, en http://interfluency.wordpress.com. Se la vuelve a publicar en versión revisada, con traducción al inglés.

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2013-08-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de agosto del 2013. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de las raíces trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes.

Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

(Al igual que este agosto del 2013, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias en  ‘el mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas —realizar una compra o alquiler, casarse, viajar— está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

© Copyright 2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

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2013-03-26 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Traducir e interpretar: dos oficios distintos

Querida lectora o lector,

Cuando alguien dice: “¿Me podría traducir lo que este señor está diciendo?” se le entiende. Pero, en realidad, el verbo debería ser “interpretar”.

La famosa escuela de traductores de Toledo, siglo XVI.

 

El traductor convierte el sentido de un texto de la lengua en que está escrito o impreso, a otra lengua; el intérprete hace algo equivalente—pero para nada idéntico—con el lenguaje hablado.

“Traducir” proviene del latín: trans- (de un lado a otro) yducere (guiar); translate, en inglés, tiene  otro origen latín, con latus (portado, llevado), el mismo origen de “trasladar”.

La raíz de “interpretar” es muy otra: inter (entre) y pret(negocio, precio), es decir, un intermediario. Dato curioso: la correcta traducción al inglés de esta “interpretación” es interpreting, porque interpretation tiene demasiados otros significados.

Traductor e intérprete: dos oficios, y no todo profesional del uno puede hacer bien el otro. Algunas diferencias:

* La traducción usualmente es unidireccional (a la lengua nativa del traductor), solitaria e intelectual-cognitiva; lleva mucho tiempo pero no se realiza “en tiempo real”.

* La interpretación va en ambas direcciones, es inherentemente social o pública, es intuitiva más que conscientemente cognitiva, debe hacerse de modo casi instantáneo y siguiendo el fluir del lenguaje hablado: una especie de “performance”.

Ambas son difíciles y requieren de gran conocimiento, experiencia, sutileza y juicio.

Con respecto a su relación con el tiempo, el traductor es un poco como un pintor o escultor, el intérprete más como un bailarín o actor.

¡Good words!

Pablo

Copyright ©2013 by Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 24-30 marzo 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna semanal bilingüe “Misterios y Enigmas de la Traducción”.

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2013-01-20 by Pablo J. Davis Leave a Comment

¡Peligro! Un “Notario Público” no es lo que parece

Querida lectora o lector,

Muchas de las palabras que consideramos en este espacio pertenecen a la cultura cotidiana: “yapa” y “educación”, “¡Felicidades!” y “¡Felicitaciones!”, el casi intraducible “piropo”.

Buena parte del quehacer traductoril de este servidor, en cambio, es de carácter legal: contratos y testamentos, cartas poder, demandas y reclamos.

Típico sello de ‘Notary Public’ en Estados Unidos. La traducción de este título por ‘Notario’ o ‘Notario ´Público’ no es sólo incorrecta sino potencialmente peligrosa.

En estas faenas, es frecuente toparse con el título de notary public, cuya traducción al español se nos exige.

Notary: ¡Tamaña trampa nos tiende esta palabra!

Pues la traducción obvia y directa por “notario público” es absolutamente incorrecta.

Los lingüistas hablan de “falsos amigos”: aquéllas palabras que parecen iguales, incluso tienen un origen común, pero significan cosas diferentes.

Así fabric (tela) no es fábrica ni sentence (castigo) sentencia, ni compromise(acuerdo, término medio)  compromiso.

En los países hispanohablantes, el notario (siempre es “público” porque requiere autorización del gobierno) es un abogado especializado en legalización de documentos y temas afines. En Argentina, Uruguay y Paraguay, son “escribanos”.

El notary norteamericano no es abogado; los requisitos para acceder a ese cargo son mínimos.

De ahí que la frecuentísima traducción de notary por “notario”, además de equivocada, pueda inducir al público inmigrante al error de creerlos abogados.

De hecho, esta traducción directa está expresamente prohibida por ley en algunos estados, entre ellos Texas y Florida.

Nuestra recomendación general es traducir notary por “fedatario”—individuo autorizado para dar fe de la legitimidad de las firmas y juramentos.

Good words!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 27 enero 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2013-01-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Felicitaciones y felicidades: matices que importan

Querida lectora o lector,

Desde hace unas semanas, y por unos días más, transitamos una época del año llena de saludos y expresiones de buenos augurios.

Junto a saludos puntuales como “Feliz Año Nuevo” o “Feliz Navidad”, oímos “¡Felicidades!”—expresión muy común en el mundo hispano durante las fiestas.

Hay quienes confunden esta expresión con la de “¡Felicitaciones!”  Esto es natural en los angloparlantes: en inglés, ambas ideas suelen expresarse con una sola palabra, “Congratulations!”  Pero la confusión es compartida por no pocos hispanohablantes.

La dupla felicitaciones/felicidades ofrece un hermoso ejemplo de los sutiles matices que puede expresar una u otra lengua, en este caso el español.

Valga, pues, la distinción: una “felicitación” elogia o reconoce, mientras “felicidad” se refiere a esa sublime y bendita condición del corazón humano.

Así una graduación, un ascenso en el trabajo, un premio ganado, cualquier victoria o logro, evoca el saludo “¡Felicitaciones!” (Una alternativa particularmente común en España es “¡Enhorabuena!”).

En cambio, momentos trascendentes de la condición humana, del ciclo anual o los grandes pasajes vitales —el nacimiento de un hijo, un cumpleaños, una boda, o, como es el caso actual, fiestas como la de Año Nuevo— inspiran el más cálido y elevado “¡Felicidades!”

Resulta fascinante especular sobre la raíz cultural de esta distinción, ausente del inglés. ¿Cierta emotividad del español? Nos inclinamos más por adjudicarle un mayor sentido de lo ritual o ceremonial.

Good words… ¡y felicidades!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 6 enero 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2012-11-23 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Diciembre, nieve y amores: cómo traducir un mes

Querida lectora o lector,

Llega diciembre, con las fiestas de Navidad y Hanukkah, la Noche Vieja que cierra el año, y el comienzo del invierno en el Hemisferio Norte. Como veremos, tiene intrigantes asociaciones románticas también.

Como lo atestigua la primera sílaba de su nombre, diciembre era el décimo mes en la remota antigüedad romana. De hecho, en el calendario juliano de origen romano, imperante hasta hace cuatro siglos, el Año Nuevo comenzaba en marzo. Posteriormente (posiblemente alrededor de 500 a 400 AEC), se le agregaron al año dos meses más: enero y febrero. Enero devino el comienzo del año de calendario, pero marzo seguía considerándose el comienzo real del año hasta la temprana modernidad: según el país, o bien el primero, el 15  o el 25.   Así, diciembre conservaba de algún modo su calidad de décimo mes.

Bacall y Bogart: está todo dicho.

 

En cuanto a sus connotaciones nevadas, éstas se alejan cada vez más de la realidad en el Hemisferio Norte con los cambios climáticos en curso.  En el Sur, donde diciembre marca el comienzo del verano, son un obvio sinsentido.

Otro sinsentido en el Sur es la metáfora presente en la frase “May-December romance” (a veces expresada en español como “romance primavera-otoño).

El simbolismo de esos meses, precisamente, forma el marco de “September Song” (Canción de Septiembre, 1938), con letra de Maxwell Anderson y música de Kurt Weill: “It’s a long way from May to December/And the days grow short when you reach September” (Hay largo trecho entre mayo y diciembre/Y los días se acortan cuando llega septiembre”)

En lugares como Chile, Argentina y Uruguay, la literatura junto al lenguaje popular oscilan entre el sistema de metáforas heredado de España (los “quince abriles” de una adolescente, por ejemplo) y adaptaciones nuevas, acordes con el entorno geográfico.

La letra del tango No nos veremos más (1935), de la pluma del uruguayo Federico Silva, maneja con hermosura la nueva codificación de los meses y estaciones.  El hombre, tristemente convencido de que su relación amorosa con una joven no puede durar, le canta: “Tu luz de verano me soleó el otoño…/No puedo engañarte, mi adiós es sincero/Tu estás en enero, mi abril ya pasó”.

El ‘Varón del Tango’, Julio Sosa canta “No nos veremos más”

Willie Nelson canta “Canción de septiembre” (September Song)

 

Good words!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Todos los derechos reservados.

Este ensayo fue escrito originalmente para las edición del 2 diciembre 2012 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna semanal bilingüe Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2012-11-18 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Misterios y Enigmas de la Traducción: “Dreamers” y soñadores

Queridos lectores,

A la luz de la reciente elección presidencial en Estados Unidos, resalta el papel activo de los hispanolatinos en la vida política, por no mencionar la cultural, social y económica del país.

Dentro de este marco, surge un nuevo movimiento social de hispanos jóvenes, traídos por la inmigración informal (ilógica, por no decir inhumana, persistir a esta altura en llamarla “ilegal”) a Estados Unidos de niño, y que sueñan con el estudio universitario, el trabajo y todas las posibilidades de una vida plena.

Carteles en una manifestación de “Dreamers”, activistas a favor del proyecto de ley “DREAM Act”. Uno de los carteles cita textualmente a la consabida frase pronunciada por Martin Luther King, Jr. en la histórica marcha a Washington del año 1963.

¿Por qué dan en llamarse “Dreamers”—y no “Soñadores”, en español? Veamos.

Todo idioma asimila palabras de origen extranjero.  En inglés, passport viene del francés; hoosegow (cárcel) deriva de “juzgado”. A propósito del reciente huracán, levee (del francés) y dike (del holandés) significan “dique”.

En español se usan “input” (del inglés), “menú” (del francés), “alcancía” (del árabe), “tomate” (del náhuatl).

Son “palabras préstamo”… ¡aunque nunca se devuelvan!

Hay quienes los clasifican como válidos al suplir un vacío (por ejemplo, el español no tenía cómo decir “láser”), o como innecesarios “barbarismos” cuando el idioma ya contaba con una o más palabras equivalentes (“chequear/checar” por “verificar” ó “revisar”). Pero la voz extranjera, lejos de ser innecesaria, suele ofrecer otro tono ó connotación.

Esto ayuda a entender “Dreamers”. Primero, estos jóvenes luchan por la aprobación del llamado DREAM Act (sigla de “Development, Relief and Education for Alien Minors”); coherente el uso político del nombre y sus matices patrióticas.

Más aún: ¿qué más natural para una generación creciendo en este país, empapada de su cultura, que inspirarse y nutrirse de la fuerza emocional de la frase “American Dream” (Sueño Americano)—y de los ecos de la inmortal frase de Martin Luther King? La lógica de que estos soñadores se llamen “Dreamers” es poderosa. A veces, traducimos mejor al no traducir.

Good words!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved.

Se escribió una versión de este ensayo, junto a su versión en inglés, para el periódico La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), publicándose en la edición del 9 septiembre 2012. Apareció como parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2012-11-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

¿Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de noviembre del 2012. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de raíces que significan trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes. Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

 

(Al igual que este noviembre del 2012, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias ‘del mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas—And, let us not forget, it’s due also to the influence of an often overlooked group of ‘unacknowledged legislators’: members of the translators’ profession, whose decisions can have a significant impact on human affairs. What’s at stake is clearer when we think of the texts of laws and treaties, or the way that a statesman’s words are translated in a tense international negotiation. But even in this seemingly trivial example of a movie title, there are ‘real world’ implications. People’s likelihood of making certain personal or economic decisions—realizar una compra o alquiler, casarse, embarcarse está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

© Copyright 2012 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

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