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2013-01-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Felicitaciones y felicidades: matices que importan

Querida lectora o lector,

Desde hace unas semanas, y por unos días más, transitamos una época del año llena de saludos y expresiones de buenos augurios.

Junto a saludos puntuales como “Feliz Año Nuevo” o “Feliz Navidad”, oímos “¡Felicidades!”—expresión muy común en el mundo hispano durante las fiestas.

Hay quienes confunden esta expresión con la de “¡Felicitaciones!”  Esto es natural en los angloparlantes: en inglés, ambas ideas suelen expresarse con una sola palabra, “Congratulations!”  Pero la confusión es compartida por no pocos hispanohablantes.

La dupla felicitaciones/felicidades ofrece un hermoso ejemplo de los sutiles matices que puede expresar una u otra lengua, en este caso el español.

Valga, pues, la distinción: una “felicitación” elogia o reconoce, mientras “felicidad” se refiere a esa sublime y bendita condición del corazón humano.

Así una graduación, un ascenso en el trabajo, un premio ganado, cualquier victoria o logro, evoca el saludo “¡Felicitaciones!” (Una alternativa particularmente común en España es “¡Enhorabuena!”).

En cambio, momentos trascendentes de la condición humana, del ciclo anual o los grandes pasajes vitales —el nacimiento de un hijo, un cumpleaños, una boda, o, como es el caso actual, fiestas como la de Año Nuevo— inspiran el más cálido y elevado “¡Felicidades!”

Resulta fascinante especular sobre la raíz cultural de esta distinción, ausente del inglés. ¿Cierta emotividad del español? Nos inclinamos más por adjudicarle un mayor sentido de lo ritual o ceremonial.

Good words… ¡y felicidades!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 6 enero 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2012-11-26 by Pablo J. Davis Leave a Comment

“El Macho”, machos y machismo

Querida lectora o lector,

La reciente y trágica muerte del boxeador puertorriqueño Hector “Macho” Camacho ha puesto en los titulares mundiales y en la lengua de muchos, a la palabra que apodaba a ese gran campeón del cuadrilátero, y que es sobrenombre común en el mundo hispano.

La traducción de la palabra “macho” al inglés, en su sentido biológico, es simplemente male (pronunciado ‘meil’).  Ambas voces derivan del latín masculus.

Héctor Luis Camacho Matías, El “Macho” Camacho, oriundo de Bayamón, Puerto Rico y campeón en su momento de siete coronas pugilísticas.

 

Como apelativo informal entre hombres también es común: “¿Cómo estás, macho?”, “¿Qué hacés, macho?” u otras variantes según el país.  El equivalente en inglés sería man:  “How are you, man?”

En inglés formal, el macho de cualquier animal esmale: por ejemplo male rabbit (conejo macho). Pero el lenguaje popular nos da jackrabbit; además de jack,tom y billy: tomcat (gato), billy goat (macho cabrío). Otras palabras típicas para designar al animal macho:buck (ciervo, ardilla, antílope, ferret, etc.), bull (toro, alce, hipopótamo, elefante, tiburón, foca, etc.) y cock(gallo, halcón, pavo, y otras muchas aves).

En inglés la palabra  macho, calcada directamente del español (y pronunciada ‘máchou’) significa hombre hipermasculino, muy viril o agresivo—lo que en español podría expresarse con “machote”. También es de uso frecuente la frase macho man; los mayores de cuarenta o cincuenta años recordarán el título, entre jocoso e irónico, de la canción de Village People del año 1978.  Estos usos, registrados  desde hace siglo y medio, han crecido mucho desde la década de 1960. Por no olvidar a machismo que aparece en el inglés recién alrededor de 1970 (en español se remonta al 1900).

Dadas las connotaciones de macho en inglés, muchos angloparlantes desconocen que en español la palabra simplemente se refiere al sexo masculino, como quien dice que el hijo recién nacido “salió macho”. Es decir que la palabra que en un idioma significa nada más que “del sexo masculino”, los miembros de otra comunidad lingüística la han tomado para expresar una versión extrema de la masculinidad.

¡Interesante, aunque no necesariamente motivo de orgullo, que esta palabra el inglés se la deba al español!

Good words!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 9 diciembre 2012 de La Prensa Latina (Memphia, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

Pablo Julián Davis es Traductor Certificado por la Asociación Norteamericana de Traductores (ATA) para inglés>español e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee para inglés<>español. Ofrece traducciones, interpretación de primerísimo nivel, además de capacitación cultural inspiradora e interactiva, a través de su compañía, Interfluency Translation+Culture. Se lo puede contactar a pablo@interfluency.com.

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2012-11-23 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Diciembre, nieve y amores: cómo traducir un mes

Querida lectora o lector,

Llega diciembre, con las fiestas de Navidad y Hanukkah, la Noche Vieja que cierra el año, y el comienzo del invierno en el Hemisferio Norte. Como veremos, tiene intrigantes asociaciones románticas también.

Como lo atestigua la primera sílaba de su nombre, diciembre era el décimo mes en la remota antigüedad romana. De hecho, en el calendario juliano de origen romano, imperante hasta hace cuatro siglos, el Año Nuevo comenzaba en marzo. Posteriormente (posiblemente alrededor de 500 a 400 AEC), se le agregaron al año dos meses más: enero y febrero. Enero devino el comienzo del año de calendario, pero marzo seguía considerándose el comienzo real del año hasta la temprana modernidad: según el país, o bien el primero, el 15  o el 25.   Así, diciembre conservaba de algún modo su calidad de décimo mes.

Bacall y Bogart: está todo dicho.

 

En cuanto a sus connotaciones nevadas, éstas se alejan cada vez más de la realidad en el Hemisferio Norte con los cambios climáticos en curso.  En el Sur, donde diciembre marca el comienzo del verano, son un obvio sinsentido.

Otro sinsentido en el Sur es la metáfora presente en la frase “May-December romance” (a veces expresada en español como “romance primavera-otoño).

El simbolismo de esos meses, precisamente, forma el marco de “September Song” (Canción de Septiembre, 1938), con letra de Maxwell Anderson y música de Kurt Weill: “It’s a long way from May to December/And the days grow short when you reach September” (Hay largo trecho entre mayo y diciembre/Y los días se acortan cuando llega septiembre”)

En lugares como Chile, Argentina y Uruguay, la literatura junto al lenguaje popular oscilan entre el sistema de metáforas heredado de España (los “quince abriles” de una adolescente, por ejemplo) y adaptaciones nuevas, acordes con el entorno geográfico.

La letra del tango No nos veremos más (1935), de la pluma del uruguayo Federico Silva, maneja con hermosura la nueva codificación de los meses y estaciones.  El hombre, tristemente convencido de que su relación amorosa con una joven no puede durar, le canta: “Tu luz de verano me soleó el otoño…/No puedo engañarte, mi adiós es sincero/Tu estás en enero, mi abril ya pasó”.

El ‘Varón del Tango’, Julio Sosa canta “No nos veremos más”

Willie Nelson canta “Canción de septiembre” (September Song)

 

Good words!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Todos los derechos reservados.

Este ensayo fue escrito originalmente para las edición del 2 diciembre 2012 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna semanal bilingüe Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

Filed Under: Interflujos Idioma+Cultura Blog Tagged With: "Pablo J. Davis", age, amores, canciones, certificado, certified, cultura, culture, Davis, December, diciembre, estaciones, Julián, letra, love, lyrics, meses, metáforas, metaphors, months, Pablo, Pablo Julián Davis, romance, romances, seasons, songs, tango, traducción, traductor, translation, translator, youth

2012-11-21 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Acción de Gracias: frase y fiesta

Llegó el cuarto jueves de noviembre, fiesta típicamente norteamericana y a la vez universal en su festejo de la cosecha, el Día de Acción de Gracias—tal el nombre correcto de Thanksgiving Day en español.

El artista norteamericano Norman Rockwell pintó en 1943 esta representación de una idealizada mesa familiar de Acción de Gracias para expresar una de las “Cuatro Libertades” afirmadas por el presidente Franklin D. Roosevelt: ser libre de penurias.

Como celebración anual, se remonta en forma continua no al temprano siglo 17 y los primeros encuentros entre colonos ingleses y los indígenas de Massachusetts, sino al año 1863, en plena guerra civil norteamericana.  Anteriormente, varios presidentes habían declarado Día de Acción de Gracias en tal o cual año, pero no era un ritual anual.  De hecho, el tercer presidente, Thomas Jefferson, se negó rotundamente a hacerlo, creyendo que atentaba contra la separación de estado y religión que el primer mandatario urja a la ciudadanía a rezar.

¿Por qué se llama así?  Hay quienes oyen en la frase “Día de Acción de Gracias” nada más que una torpe traducción al español del nombre en inglés. Circulan además otras versiones: “Día de las Gracias”, “Día de Gracias” y hasta el jocoso “Día del Pavo”.

En realidad, “Acción de Gracias” se refiere en el léxico católico a una misa especial, o bien a una oración de agradecimiento a Dios.  En la tradición protestante, se usa en forma similar.  Es decir, que antes de la invención de esta fiesta en los Estados Unidos, existió un concepto teológico y litúrgico al igual que una práctica religiosa personal con ese nombre.

En inglés, dar las gracias antes de comer es to say grace; antiguamente, antes de Shakespeare incluso, se decía siempre graces en plural, que, igual que las “gracias” del español, significa sencillamente “agradecimiento”.

En las colonias inglesas, oscilaba la declaración de un día de acción de gracias en ciertos años, y la de un día de penitencia y ayuno en otros, cuando malas cosechas, pestes u otros infortunios se entendían como señal de la ira divina.  Estas declaraciones las formulaban a veces gobernadores, a veces el clero.

Tapa del artista J.C. Leyendecker, revista Saturday Evening Post, 8 diciembre 1917, titulada “El Día de Acción de Gracias de un soldado” plasma la centenaria conexión de las fuerzas armadas norteamericanas con esta fiesta.

 

Esta mezcla de agradecimiento y humildad se reflejaba en los decretos presidenciales de Acción de Gracias, a partir de la Independencia . Junto al agradecimiento a Dios, se acostumbraba expresar remordimiento por los errores nacionales y el deseo de rectificarlos. (Una proclama anterior, la de George Washington en 1789, instaba al pueblo norteamericano ”a unirse en levantar con humildad nuestras oraciones y súplicas humildemente al gran Señor y Soberano de las Naciones junto a nuestros ruegos por el perdón Divino de nuestras transgresiones nacionales . . . “)  Esta nota de arrepentimiento, ya para el último cuarto del siglo 20, ya no se les ocurría más a los presidentes norteamericanos.

Muñeco gigante del Hombre de Hojalata en el Desfile de Macy’s, Nueva York, 1940. El personaje del “Mago de Oz” era toda una novedad, habiéndose estrenado la película el año anterior. El comercialismo, en definitiva, ha constituido por mucho tiempo un aspecto de la fiesta de Acción de Gracias.

 

La fiesta de Acción de Gracias ha asumido las más diversas formas a lo largo de su historia, y de una región a otra. Valgan tan sólo unos ejemplos. En el Sur se asociaba fuertemente con la caza por parte de los hombres, y posteriormente surgió un lazo con el fútbol americano. En la ciudad de Nueva York hasta pasado el 1900, era una ocasión carnavalesca (y con dejes del Halloween anglo-norteamericano) en la que grupos de jóvenes merodeaban por las calles exigiendo caramelos a los vecinos y transeúntes, bajo amenaza de jugarles bromas pesadas. Este tipo de descontroles urbanos dieron pie a un movimiento por domar o amansar la fiesta y hacer de ella un culto a la domesticidad familiar. La incorporación simbólica de las fuerzas armadas a la fiesta nacional, sobre todo en tiempos de guerra, ha sido otro aspecto importante de Acción de Gracias que se remonta a la guerra con España en 1898.

Además de sus diversos modos de celebración, esta fiesta siempre ha generado interpretaciones y  significados variadas y hasta contradictorias. Por un lado, suscita el cariño de mucha gente por no ser comercial y por no ir acompañada de ningún ritual de regalos: al contrario, su centro es una comida compartida con familiares, amigos y personas solas o necesitadas. Sin embargo, desde hace más de cien años, ha marcado el comienzo informal de la temporada de compras navideñas; a partir del temprano siglo veinte, importantes tiendas urbanas patrocinaban enormes desfiles (el más famoso, el de Macy’s en Nueva York, no fue el primero, ya que lo antedata el de Gimbel’s en Filadelfia, iniciado en 1920).

Se la ha visto ampliamente como una fiesta en esencia religiosa: a quien se da las gracias es a Dios.  Otra perspectiva, en cambio, es la de un agradecimiento más difuso, ya sea hacia la naturaleza, los padres de uno, etc. Debate imposible de resolver: los orígenes más remotos son, sin duda, religiosos y así, en su oposición a la proclama presidencial, lo entendió Jefferson. A la vez, la naturaleza protéica y cambiante de la fiesta ha hecho de ella, igualmente sin duda, una celebración en gran medida secular.

Otra contradicción está relacionada con los indígenas.  Por una parte existe la creencia de que el Día de Acción de Gracias es, en parte, un agradecimiento hacia los indígenas norteamericanos por su ayuda a los primeros colonos, la que permitió que éstos sobrevivieran el crudo invierno en una tierra cuyos cultivos desconocían. Por otra parte, hay quienes ven en la fiesta una afirmación de la conquista del indígena y hasta una especie de sacrificio ritual en el que el pavo simboliza al antiguo habitante aborigen.

El origen del Día de Acción de Gracias moderno durante la Guerra Civil, de la mano del Presidente Lincoln, da la clave para entender otra particularidad de la fiesta: por mucho años—incluso en las primeras décadas del siglo 20—era rechazada en el Sur por considerarse una imposición “yankee”. Con anterioridad, ya en las décadas de 1840 y 1850, los luchadores contra la esclavitud usaban Acción de Gracias como ocasión de actos y sermones “abolicionistas”; sumada a la figura de Lincoln, el recuerdo de esta asociación sólo reforzaba, para gran número de blancos sureños su desdén hacia esta fiesta. Ese desdén, claro está, hace mucho que pasó a la historia.

Otra connotación importantísima es la de Acción de Gracias como el día de regreso al seno familiar.  Para una población tan móvil como la norteamericana, esta fiesta había devenido ya para mediados del siglo 19, la ocasión del reencuentro de hijos desparramados por el territorio con sus padres y el hogar infantil. Home to Thanksgiving (De regreso a casa para Acción de Gracias), título de una famosísima litografía de Nathaniel Currier y James M. Ives, del año 1867, expresa perfectamente este elemento. El tema del retorno a casa recorre, con comedia y patetismo, la película Planes, Trains and Automobiles del año 1987 (distribuida en los países de habla hispana bajo el título Mejor sólo que mal acompañado).

Los eternos debates acerca del origen del Día de Acción de Gracias atestiguan su importancia como fiesta nacional. Simbólicamente se lo entiende como una  puesta en escena de los comienzos coloniales, los cuales repite ritualmente. Massachusetts, Maine, Florida y otros estados (entonces colonias) se disputan la primacía en cuanto sede de “la primera comida de Acción de Gracias”—the first Thanksgiving. La búsqueda de este origen es una quimera: sería como tratar de identificar la primera boda. Pues acción de gracias, con miníscula, es un gesto cuyos comienzos se pierden en las brumas del tiempo. Y de las diversas fiestas ocurridas en tal o cual colonia, ninguna ha tenido una continuidad llevada hasta la fecha.

La famosa litografía de Currier y Ives, del año 1867, plasma en su escena rural la noción profundamente arraigada en la cultura norteamericana, de la fiesta de Acción de Gracias como ocasión de retorno a la casa paterna para la población altamente móvil de Estados Unidos.

 

Hoy, pese a sus aspectos diversos y a veces contradictorios, Acción de Gracias sigue como referente insoslayable en el almanaque norteamericano.  Y como lo atestiguan los tamales de pavo,el  pavo al curry, la paella de pavo e incontables variantes más en millones de mesas familiares en todo el país, la fiesta ha mostrado una notable  flexibilidad capaz de acoger e incorporar a generación tras generación de inmigrantes.

En forma sentimental, pero no sin acierto, se ha dicho que el Día de Acción de Gracias es una especie de comunión cívica nacional.  Por cierto, es difícil pensar en otra fecha consagrada, para la casi totalidad de los 300 millones de habitantes del país, a una misma actividad compartida.

 En esta imagen, Disney combina la sentimental noción de que la fiesta de Acción de Gracias es, en parte, un agradecimiento a los indígenas norteamericanos, con una provocativa Princesa Pocahontas.

 

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved.

Pablo Julián Davis es Traductor Certificado por la Asociación Norteamericana de Traductores (ATA) para inglés>español e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee para inglés<>español. Ofrece traducciones, interpretación de primerísimo nivel, además de capacitación cultural inspiradora e interactiva, a través de su compañía, Interfluency Translation+Culture. Se lo puede contactar a pablo@interfluency.com.

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2012-11-18 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Misterios y Enigmas de la Traducción: “Dreamers” y soñadores

Queridos lectores,

A la luz de la reciente elección presidencial en Estados Unidos, resalta el papel activo de los hispanolatinos en la vida política, por no mencionar la cultural, social y económica del país.

Dentro de este marco, surge un nuevo movimiento social de hispanos jóvenes, traídos por la inmigración informal (ilógica, por no decir inhumana, persistir a esta altura en llamarla “ilegal”) a Estados Unidos de niño, y que sueñan con el estudio universitario, el trabajo y todas las posibilidades de una vida plena.

Carteles en una manifestación de “Dreamers”, activistas a favor del proyecto de ley “DREAM Act”. Uno de los carteles cita textualmente a la consabida frase pronunciada por Martin Luther King, Jr. en la histórica marcha a Washington del año 1963.

¿Por qué dan en llamarse “Dreamers”—y no “Soñadores”, en español? Veamos.

Todo idioma asimila palabras de origen extranjero.  En inglés, passport viene del francés; hoosegow (cárcel) deriva de “juzgado”. A propósito del reciente huracán, levee (del francés) y dike (del holandés) significan “dique”.

En español se usan “input” (del inglés), “menú” (del francés), “alcancía” (del árabe), “tomate” (del náhuatl).

Son “palabras préstamo”… ¡aunque nunca se devuelvan!

Hay quienes los clasifican como válidos al suplir un vacío (por ejemplo, el español no tenía cómo decir “láser”), o como innecesarios “barbarismos” cuando el idioma ya contaba con una o más palabras equivalentes (“chequear/checar” por “verificar” ó “revisar”). Pero la voz extranjera, lejos de ser innecesaria, suele ofrecer otro tono ó connotación.

Esto ayuda a entender “Dreamers”. Primero, estos jóvenes luchan por la aprobación del llamado DREAM Act (sigla de “Development, Relief and Education for Alien Minors”); coherente el uso político del nombre y sus matices patrióticas.

Más aún: ¿qué más natural para una generación creciendo en este país, empapada de su cultura, que inspirarse y nutrirse de la fuerza emocional de la frase “American Dream” (Sueño Americano)—y de los ecos de la inmortal frase de Martin Luther King? La lógica de que estos soñadores se llamen “Dreamers” es poderosa. A veces, traducimos mejor al no traducir.

Good words!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved.

Se escribió una versión de este ensayo, junto a su versión en inglés, para el periódico La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), publicándose en la edición del 9 septiembre 2012. Apareció como parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2012-11-18 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Misterios y Enigmas de la Traducción: Los 78 gritos de Lionel Messi

Querida lectora o lector,

Los titulares deportivos del mundo hispanohablante proclaman los “78 gritos” del genial futbolista argentino Lionel Messi, “La Pulga” en su apodo cariñoso, en lo que va del año.

Lionel Messi festeja un tanto de su autoría, vistiendo la 10 de la selección nacional argentina. De los 78 goles que ostenta en lo que va del año, una docena los convirtió con la albiceleste y los restantes 66 con el azulgrana del Barcelona.

Aquí “grito”, se entiende, es “grito de gol”. Con los dos convertidos el domingo 11 al Mallorca, el astro del Barça sobrepasó los 75 goles de “O Rei Pelé” en un año calendario (1958); el sábado 17, le hizo otros dos al Zaragoza.

Le quedan nueve partidos para alcanzar el  récord de 85, del alemán Gerd Müller en 1972.

Igual que “cabeza” por res, este “grito”, para los lingüistas, es una metonimia—una cosa (un gol) nombrada por uno de sus elementos (el festejo posterior).

El magro vocabulario del gol en inglés no puede con ese “grito”, y ni shouts ni celebrations funcionan.  ¿Estaremos condenados al insulso literalismo de goal—que no transmite ni pizca de la emoción y locura que trae ese hecho tan infrecuente y especial del fútbol?

El inglés americano sí abunda, en cambio, en sinónimos de  home run, el “jonrón” o “cuadrangular” del béisbol: se conecta un homer (vuelta a casa), dinger (campanada), tater (papita), round tripper (viaje de ida y vuelta), four bagger (cuatro bases) y sinnúmero de términos más.

Miguel Cabrera, estrella de los Tigres de Detroit de la Liga Americana del béisbol de Grandes Ligas, tras uno de los 44 cuadrangulares que conectó durante su épica campaña del 2012. El venezolano se conquistó la Triple Corona (títulos de jonrones, carreras impulsadas y promedio de bateo), proeza que ningún jugador había logrado en casi medio siglo.

 

¡Esa sí que es una riqueza, una lozanía léxica a la altura de los “golazos” y “tantos”, “pepas”, “pepinos” y “pepinillos”… y sí, los “gritos” de gol!

Good words!

Pablo

Copyright ©2012 Pablo J. Davis. Todos los derechos reservados. All Rights Reserved.

Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 25 noviembre 2012 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde aparece en la columna semanal ‘Misterios y Enigmas de la Traducción’ junto a su versión en inglés.

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2012-11-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

¿Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de noviembre del 2012. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de raíces que significan trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes. Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

 

(Al igual que este noviembre del 2012, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias ‘del mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas—And, let us not forget, it’s due also to the influence of an often overlooked group of ‘unacknowledged legislators’: members of the translators’ profession, whose decisions can have a significant impact on human affairs. What’s at stake is clearer when we think of the texts of laws and treaties, or the way that a statesman’s words are translated in a tense international negotiation. But even in this seemingly trivial example of a movie title, there are ‘real world’ implications. People’s likelihood of making certain personal or economic decisions—realizar una compra o alquiler, casarse, embarcarse está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

© Copyright 2012 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

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2012-10-23 by Pablo J. Davis Leave a Comment

El Día de los Muertos y Halloween, dos fiestas comparadas

Calaveras sonrientes, pálidos esqueletos… caramelos, pasteles y otros dulces… Ya casi ha llegado Halloween y también el Día de los Muertos. A estas fiestas las separan tan sólo dos días: en el 2012, Halloween cae en día miércoles (31 octubre) y el Día de Muertos el viernes (2 noviembre). Al parecer, se trata de equivalentes culturales muy cercanos. ¡Sin duda alguna, se ‘traducen’ clara y correctamente una a la otra!

Pero, ¿será cierto? Al igual que la palabra ‘amigo’ en español y friend en inglés, que se ubican una al lado de la otra en los diccionarios bilingües y sin embargo se refieren a realidades bastante distintas (lo mismo podría decirse de familia/family, fiesta/party y sinnúmero de otras duplas culturalmente significativas), Halloween y Día de Muertos comparten algunos símbolos y la misma época del año pero constituyen fenómenos culturales radicalmente diferenciados.

Las diferencias (en muchos casos insospechadas) entre dos fiestas que muchos norteamericanos considerarán equivalentes no es, precisamente, lo que se entiende en lingüistica por el término ‘falsos amigos’.  Esto último se refiere a palabras que a la persona extranjera parecieran significar una cosa, debido a su similitud con alguna palabra familiar en su idioma, pero que en realidad significan otra cosa. Por ejemplo, una persona hispanohablante al leer en inglés que ‘Smith suffered injuries at the hands of Jones’ posiblemente creerá que Jones insultó o calumnió a Smith; en realidad, de lo que se trata es una agresión física, ya que ‘injury’ en inglés significa lesión o lastimadura, y no calumnia como en español. Los falsos amigos pueden ser engañosos, pero en última instancia se corrigen con relativa facilidad por aquellas personas con buen dominio de ambos idiomas.

No es el caso, sin embargo, de los fenómenos culturales.  En ese plano, las diferencias suelen ser más sutiles, y posiblemente no las capte ni siquiera el diccionario bilingüe. La mayoría de los angloparlantes, por ejemplo, son más propensos a llamar a un individuo friend cuando en equivalente situación interpersonal, los hispanohablantes dirían más bien ‘compañero’ o ‘colega’ – reservándose ‘amigo’ o ‘amiga’ para relaciones de amistad más íntimas.  Se puede pensar que la palabra ‘amigo’ es un poco más ‘cara’ en español de lo que esfriend en inglés. Dicho esto sin ánimo de adjudicar superioridad a una ni a otra cultura; simplemente, registramos una importante diferencia cultural, una diferencia que cuando no se comprende, puede causar malentendidos y hasta dolor.

¿Y cómo se relaciona esto con Halloween y el Día de Muertos?  Son dos fiestas, que al parecer son equivalentes muy cercanos, si no básicamente intercambiables, pero que en realidad ocupan lugares muy distintos en cada mapa cultural.  Halloween es, esencialmente, un festejo construido a partir de un desafío o burla a la muerte y sus terrores, a los que se pretende neutralizar teatralizándolos.  Ocurre una especie de juego osado, un bailar frente a lo macabro.

En la cultura mexicana y mesoamericana en general, el Día de Muertos es otra cosa. Uno celebra, recuerda, honra a los seres queridos difuntos– padres, abuelos, tíos y otros familiares – y es muy común oir hablar a la gente de ‘mi muertito’ o ‘mi muertita’. A lo largo de las décadas y siglos de la Colonia, se fueron entrelazando tradiciones indígenas, precolombinas y precristianas de culto a los antepasados, por un lado, con los ritos del calendario cristiano y de esa interacción nacieron cosas nuevas: los estudiosos de la historia y cultura religiosa hablan de prácticas religiosas ‘sincréticas’. Así fue que la celebración del Día de Muertos vino a coincidir con el Día de Todos los Santos o la conmemoración de los Fieles Difuntos.

Las ramificaciones rituales de esta festividad son múltiples y complejas. Los pasteles honreados en la forma de calaveras y esqueletos, la creación de figuras de esqueleto en muchos casos vestidos y adornados con sombreros y otros accesorios, la preparación de altares con fotografías de seres queridos y con ofrendas a los mismos, la redacción de versos satíricos y una tradición iconográfica riquísima relacionada con la muerte (su exponente más famoso, José Guadalupe Posada, creó la inmortal ‘Catrina’ cuya imagen se ve arriba a la izquierda) son tan sólo algunas de las infinitas prácticas festivas que el Día de Muertos ha engendrado.

Si bien hay prácticas religioso-culturales en otras partes de la América Latina que guardan ciertas similitudes con el Día de Muertos –por ejemplo, el culto de ‘San La Muerte’ en la zona cultural guaraní del Paraguay, norte de la Argentina y sur del Brasil, de fuerte arraigo popular pero desestimadas por la Iglesia Católica como tradiciones paganas – no hay nada que se asemeje realmente al Día de Muertos y su centralidad en la cultura mexicana y mesoamericana.

No obstante, la entereza frente a la muerte y su aceptación, junto a la exigencia de mantener los vínculos de unión con los seres queridos desaparecidos, características fundamentales del Día de Muertos, forman un hilo conector que recorre gran parte del mapa cultural latinoamericano. Hace medio siglo, el gran guitarrista, compositor y cantante argentino, Atahualpa Yupanqui escribió en ‘Los hermanos’:

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.
En el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.        

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños, cada cual.
Con la esperanza adelante,
con los recuerdos detrás.

. . .

Y así, seguimos andando
curtidos de soledad.
Y en nosotros nuestros muertos
pa que nadie quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar . . .          

Al final de cuentas, el desafío de interpretar los fenómenos culturales a través de las barreras del idioma nos exige una sutileza de comprensión aún más allá de lo que demanda la traducción.  Dos cosas que lucen muy parecidas pueden ser fundamentalmente distintas. En este caso, dos fiestas que evidentemente tienen que ver con la mortalidad humana: en un caso, un jocoso desafío a la muerte, en el otro, una amorosa comunión con los seres queridos difuntos.

Copyright ©2011-2012 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Una versión de este ensayo apareció originalmente en octubre del 2011, en http://interfluency.wordpress.com. Se la vuelve a publicar en versión revisada, con traducción al español.

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2012-10-19 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Misterios y Enigmas de la Traducción: El chachachá… y otro tamal

Querida lectora o lector,

Esta semana veamos dos palabras y su traducción: “chachachá” (contagioso ritmo de origen cubano) y “tamal”, palabra esta última que tratamos en otro ensayo reciente.

La tapa de este LP del año 1957 del gran pianista y director de orquesta veracruzano, Guillermo “Memo” Salamanca (1924-2008), luce ambas versiones del nombre: el clásico y triple “chachachá” del español (el título de la placa), y el trunco “cha-cha” del inglés (el nombre de la orquesta).

 

De ese coloso musical que es la isla de Cuba, emergió hacia 1953 un nuevo género bailable que haría sensación en el mundo (¡otro más!), creación del compositor, violinista y director de orquesta Enrique Jorrín.  Serenamente alegre, derivaba del danzón, ritmo generalmente tocado por charangas—pequeñas orquestas de sonido refinado o “afrancesado”, la melodía típicamente a cargo de la flauta y el violín. Jorrín lo llamó “chachachá” por su figura rítmica triple y el susurro de los zapatos de los bailarines contra el suelo. (La onomatopeya original habría sido “shashashá”.)

En inglés, pierde una sílaba: queda como “cha-cha” a secas, con acento en la primera, y las vocales arrastradas: el nombre del ritmo ya no lo reproduce.  Podemos sospechar que al angloparlante le cuesta ejecutar las tres cortas sílabas de chachachá (aunque los músicos no tienen tal dificultad), de ahí su simplificación.

La fonética también interviene con tamale: además de la inferencia lógica (aunque incorrecta) de los angloparlantes de que ese era el singular de tamales, también jugó su papel el oído del pueblo.  “Tamale” (terminando con sonido de “i”) suena más simpático en inglés—es más rítmico e incluso transmite cierta nota de exotismo para nombrar una comida que hace un siglo deleita al paladar norteamericano.

Un caso, pues, de algo perdido, y otro de algo ganado, en la traducción.

Good words!

Pablo

Una versión de este ensayo apareció en La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) del 21 octubre 2012, junto a su versión en inglés.

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2012-10-17 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Un tamal para mí, un “tamale” para ti

Queridos lectores,

En Estados Unidos, los tamales tienen más de un siglo de popularidad. Curiosamente, en inglés se usa generalmente el singular tamale.

Está tan arraigado este uso—sobre todo en la frase hot tamale (tamal picante), plato de gran venta callejera en pueblos y ciudades, ya en la primera década del siglo pasado—que se la debe considerar la forma correcta en inglés.

Partitura de canción popular de 1909, composición de Herbert Ingraham, editada por la Shapiro Music Company.

 

Otra frase de gran difusión es a hot tamale: mujer de gran atractivo físico, con connotación además de personalidad chispeante y encantadora.

¿Por qué, pues, tamale y no tamal?

Una posibilidad: del plural “tamales”, los angloparlantes infirieron que el singular sería todo menos la ‘s’ (así la regla en inglés): de ahí, a tamale por “un tamal”.

Para el lingüista, es una “retroformación” o “derivación regresiva” (inglés: back-formation).

La otra hipótesis es que el antiguo singular nahuátl, tamalli, era muy difundido en el español hablado del norte de México/sudoeste de USA; los angloparlantes lo habrían recogido de allí.  

Pero la retroformación es muy probable. Es lo que está detrás del singular frijole, por ejemplo, también frecuente en inglés

Igual proceso ocurre en todos los idiomas.  En español, el antiguo Sant’Iago (San Jacobo) devino Santiago, y por retroformación se empezó a creer que el santo se llamaba Tiago; de ahí también, la “invención”, si se quiere, del nombre Diego.

Good words!

Pablo

PS Para otra reflexión acerca de “tamal”vs tamale, haga clic aquí.

Una versión de este ensayo apareció originalmente en La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), junto a su versión en inglés, el 23 de septiembre del 2012.

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