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Querida lectora o lector,
“Latinos para Trump” rezaban los carteles en la Convención del Partido Republicano esta última semana. Obviamente debería haber sido “Latinos por Trump” o “Latinos con Trump”. Quien confeccionó el cartel no se dio cuenta de que “para” no es la traducción correcta de la preposición for en la frase en inglés, Latinos for Trump. (Otra versión del cartel que se vio por ahí era más desatinada aun: “Hispanics para Trump”!)
El significado principal de “para” es “a fin de, destinado a, para consumo o uso de”. Así decimos “papel para fotocopiadora” ó “vegetales para ensalada”. “Latinos para Trump” entonces, es como si se dijera, “Latinos a ser usados por Trump”.
Sin querer, el error comunicó otras cosas también: “Quien hizo este cartel no es latino” ó (mejor dicho) “no es hispanohablante nativo”. Peor aun: “No nos importan los latinos, sólo queremos sus votos”.
La mala traducción es veneno. Socava el mensaje de uno, lo hace quedar como tonto y transmite señales poco afortunadas—sobre todo esta: “Esto no nos importa lo suficiente como para hacerlo bien”.
Cada vez que una organización le asigna una tarea de traducción a algún empleado sin otro antecedente ni calificación que el de (presuntamente) “hablar español”, el resultado casi seguro será embarazoso o peor. Incluso, tal vez, fatal: imagine sin más el caso de la traducción de un manual de seguridad.
¿Quién dejaría que su cuñado que “hace pinitos en cosas de electricidad” haga el cableado de su casa? ¿O que el vecino que una vez tomó un curso de primeros auxilios le opere al hígado? Sin embargo, es lo que se hace frecuentemente con la traducción (y su contraparte oral, la interpretación). Se trata de destrezas profesionales, técnicas, que exigen estudio, capacitación y experiencia. No es algo que se pueda hacer sólo porque uno “más o menos” sabe un segundo idioma—ni aun, siquiera, por el hecho de ser bilingüe.
¡Buenas palabras! Good words!
Pablo
Copyright ©2016 by Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. Una anterior versión de este ensayo apareció originalmente en la edición del 31 julio al 6 agosto 2016 de La Prensa Latina(Memphis, Tennessee), como la entrega número 191 de la columna semanal bilingüe “Misterios y Engimas de la Traducción/Mysteries and Enigmas of Translation”. Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la ATA (American Translators Association), inglés>español, e Intérprete Certificado por los Tribunales del Estado de Tennessee inglés<>español, además de entrenador en los campos de la traducción, interpretación y competencia transcultural. Es doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Johns Hopkins, y actualmente candidato al Juris Doctor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Memphis (mayo 2017).