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cultura

2016-05-30 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Día de los Caidos

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Lo que fue el Día de los Caídos (Memorial Day): en un principio, hace siglo y medio, una conmemoración de los combatientes muertos de uno y otro lado de la Guerra Civil norteamericana. Se llamaba “Decoration Day” porque su ritual central era el de adornar las tumbas de los caídos. Se celebraba en días distintos en el Sur y el Norte. Luego se fusionaron en un solo día feriado, instituido en aras de reconciliación nacional tras los cuatro sangrientos años del conflicto.

Lo que devino: una conmemoración más amplia de los caídos en nuestras guerras. El nombre comenzó a usarse en el tardío siglo XIX, y se hizo feriado federal oficial después de la Segunda Guerra Mundial.

Decoration Day, Kearney Neb. 1910

Día de los Caídos (Memorial Day), Kearney, Nebraska, año 1910. Foto gentileza de la Biblioteca del Congreso (US Library of Congress, American Memory).

Lo que a veces se vuelve: una celebración de todos los que han vestido el uniforme de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, aunque hay un día reservado para ese fin cada noviembre, el Día del Veterano.

Lo que no debería ser jamás: una celebración de las guerras. Algunas las hemos librado a la fuerza, han adelantado la causa de la humanidad, y tuvieron sus momentos de nobleza. Defender nuestros hogares y libertades es justo. Pero el solo decir que una guerra es justa no hace que lo sea, ni tampoco—por más que nos duela—el hecho de derramarse la sangre de uno de los nuestros hace que la causa sea justa.

Aquellos que más han conocido la guerra, suelen ser los que más la aborrecen. Otros, que creen conocerla por las páginas de los libros o por el heroismo representado en grandes pantallas plateadas, parecieran ser los más entusiasmados en precipitar a su país (pero no a sí mismos) en aquel infierno.

Y es un infierno: hasta la guerra más justa mata, mutila y destruye, sembrando crueldad, enfermedad y ruina. Ni guerreros ni civiles se escapan de su látigo.

Se nos dice, much, que Memorial Day es un día de gratitud, en que agradecemos a los que se sacrificaron por nuestra libertad. Yo sé que eso es lo que, se supone, debemos pensar. Es lo políticamente correcto, en el verdadero sentido de esa frase: es la interpretación de este día que es más cómoda para la consciencia de las autoridades que han enviado a nuestra gente a la guerra.

Y a veces, estoy de acuerdo, “Gracias” es el sentimiento más apropiado. Pero no sé si alguien tenga el derecho de decirnos, como ciudadanos, lo que debemos pensar y sentir. Quizá haya ocasiones en que las palabras que nos salen del alma son “Lo siento”. Y otras veces—en realidad, siempre—las palabras que llevamos escritas en el corazón son: “Los queremos, los extrañamos… y nos acordamos.”

Hace noventa y ocho años, en mayo del 1918, el soldado y poeta inglés Wilfred Owen escribió estos versos sobre un soldado caído cuyos camaradas lo trasladan al sol, con la ilusión de que sus cálidos rayos lo ayuden a recuperarse. (La traducción al español es de un servidor.)

Pónganlo al sol—
Tiernamente su caricia lo despertó una vez,
En su casa, susurrándole de campos a medio labrar.
Siempre lo despertó, aun en Francia,
Hasta esta mañana y esta nieve.
Si hay algo que pueda revivirlo ahora,
El viejo buen sol lo sabrá.

Piensen cómo despierta las semillas,—
Despertó, una vez, la arcilla de un astro frío.
¿Tanto cuesta avivar brazos, piernas, flancos,
Abastecidos de nervios, con calor aún,?
¿Para este fin la arcilla se puso de pie?—
Ingenua la ilusión de los rayos del sol,
Cuando primero perturbaron el reposo de la tierra.

Dos meses después de escribir este poema, titulado “Futilidad”, Owen sufrió una herida de bala en el cráneo. Cuatro meses más tarde, justo al final de la “Gran Guerra” que hoy llamamos Primera Guerra Mundial, el poeta falleció. Wilfred Owen tenía veinticinco años.

Pablo J. Davis

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2016-04-21 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Editoriales “cartoneras”: ¡el libro por y para todos!

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Algunos cuentos son originales, otros son clásicos de dominio público. Algunos están llenos de ilustraciones, otros son para colorear. Las variaciones son infinitas. Pero las tapas son todas de cartón reciclado, con títulos y arte pintado a mano. Cada uno es personal… ¡un original! cartonera foto1

Es el fenómeno “Cartonera”—movimiento cultural de base nacido en Argentina durante la crisis económica de comienzos de este siglo. Se trata de editoriales de barrio, cooperativas. En la última década y media, se han extendido a toda América Latina.

Y ahora el fenómeno está echando raices en el Medio Sur de EEUU al fundarse “Memphis Cartonera” entre estudiantes de Rhodes College y grupos comunitarios locales. La Dra. Elizabeth Pettinaroli, profesora de Literatura y Lengua Española en Rhodes, hizo investigación de campo en cartoneras de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay y ha coordinado los esfuerzos locales con socios comunitarios.

La meta: repensar el lugar del arte y la literatura en nuestras vidas, promover creatividad, alfabetización y sostenibilidad.

Los talleres actualmente en marcha, con el nombre del grupo que sirve de sede y anfitrión para cada uno: Centro Cultural (libros de cómics a la Cartonera), Teatro Bilingüe “Cazateatro” (Cartoneras para niños y grandes), Danza Azteca Quetzalcóatl (taller de poesía hispano-nahua), Refugee Empowerment Program (programa después del día escolar), Latino Memphis/Abriendo Puertas (taller con estudiantes de prepa/highschool), Caritas Village (libros Cartonera para programa de lectura después del día escolar).

Para aprender más, hablar con participantes y disfrutar de lo creado hasta ahora, este sábado 23 abril (6-9pm) en StoryBooth, 431 N. Cleveland en Crosstown Arts es la fiesta de apertura y exhibición de Memphis Cartonera. Libre y gratuito. Venga, pinte, lea… ¡y haga su propio libro estilo Cartonera! Sigue domingo 24 abril (12-5pm).

Mayor información: Dra. Elizabeth Pettinaroli, 901-843-3828, pettinarolie@rhodes.edu. Con el patrocinio de Rhodes College.                           

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2016-03-26 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Luna y lengua

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Esta última semana trajo no solamente luna llena (o, agraciadamente, “plenilunio”), ingl. full moon, sino también un eclipse lunar penumbral.  La mayoría estamos muy alejados del campo, y del otrora hechizo ejercido por el cielo nocturno… pero nuestra compañera celestial no ha perdido el poder de abrumarnos con su belleza.

Las lenguas humanas dan fe de la huella profunda dejada por nuestro único satélite natural. En estas líneas, echaremos un breve vistazo a esa huella, a través de palabras y frases, en español e inglés principalmente.

penumbral lunar eclipse march 2016La casualidad de que Luna (Moon, en inglés) y Sol (Sun) tengan el mismo tamaño aparente en el cielo terrestrial, sin duda ha contribuido a que las culturas humanas los vean como pareja, encarnando dualidades como macho/hembra, oro/plata,  noche/día. La asociación luna-hembra es profunda: las fases lunares tienen su eco en el ciclo menstrual femenino.

El “lunes” (lundi, francés; lunedì, italiano) es su día; “Monday” en inglés (Montag, alemán). El “mes” (de mensis, latín), o month en inglés, también llevan su impronta.

Otro lazo: luna y locura. El loco es “lunático” (lunatic). En inglés coloquial se le dice looney (LU-ni) y looney bin (la caja de los locos) es un psiquiátrico.

En inglés, to moon es andar penando por un amor no correspondido (un uso algo arcáico), o enseñar las nalgas como burla o insulto.

“Lunar” por marca o mancha en la piel (birthmark en inglés) se debe a una antigua creencia en la influencia de la luna. En inglés, como no hay equivalente por alunizaje, se dice “Moon landing.”

El poder del “claro de luna” (moonlight) sobre los jóvenes amantes es archiconocido y los poetas y letristas han sido sus cómplices durante siglos.

La curiosa palabra “sublunar” significa “terrestre, mundano.” En un sermón del siglo 18, Samuel Johnson llama a quienes lo oigan a que “se despidan de las vanidades sublunares” y que en lugar de éstas, “con corazón puro y fe constante, teman a Dios y guarden sus mandamientos”.

Una anterior versión de este ensayo apareció originalmente en la edición del 27 de noviembre al 3 de diciembre de 2015 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como la entrega número 158 de la columna semanal bilingüe “Misterios y Engimas de la Traducción/Mysteries and Enigmas of Translation”.  Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la ATA (American Translators Association), inglés>español, e Intérprete Certificado por los Tribunales del Estado de Tennessee inglés<>español, además de entrenador en los campos de la traducción, interpretación y competencia transcultural. Es doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Johns Hopkins, y actualmente candidato al Juris Doctor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Memphis (mayo 2017).

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2016-02-28 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Portar y soportar

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Querida lectora o lector:

Las lenguas que habitamos son muy antiguas, se remontan a un pasado anterior a los antepasados más remotos que podemos nombrar. La mayoría de nuestras palabras son más viejas todavía. Recordemos que el español o el inglés de hace más de 500 años, no nos es comprensible—pero, en el caso de muchas de las palabras que usamos, su antigüedad no se mide en varios siglos, sino en miles de años. 

Mujer llevando canasta

Lo que hace esta mujer, dio  lugar a una de las raíces más poderosas en todo el lenguaje humano.

Lo primero que hacemos en el mundo, nacer, se dice to be born en inglés. En realidad, es algo que hacen por nosotros, algo que hace posible todo lo demás: después de darnos hasta la médula de sus huesos por nueve meses, nuestras madres nos dan a luz, nos paren: en inglés, they bear us. Esa voz bear proviene del inglés antiguo, beran (soportar, traer, producir, sufrir), de la raíz proto-indoeuropea *bher-.

En griego antiguo (que también desciende del indoeuropeo), pherein es “portar”, la raíz del elemento fer en transferir. Llevar una palabra de un lugar (o significado) a otro: meta + pherein nos da “metáfora”.

Es la misma raíz del elemento fer en palabras como ferrífero y aurífero, deposítos que contienen o “portan” hierro y oro, respectivamente.

En latín, el sonido de ph (f) devino p: aparecíó el elemento -port- que nos da transportar (llevar a través de), importar (traer desde fuera), comportarse (la conducta, o porte, de uno), y así sucesivamente.

De ahí “portaaviones” y “portafolios” y sinnúmero de voces afines. “Portar armas” es bear arms.

“Soportar” una carga (support, en inglés) comparte esta misma raíz, como lo hace su pariente muy cercana “sufrir” (suffer).

El nombre de San Cristóbal, patrono de los viajeros, en griego eclesiástico era khristóphoros, “portador de Cristo”—el santo se fusiona con la leyenda medieval del gigante benévolo que ayudaba a los viajeros a cruzar los ríos.

Desde un sentido tan sublime, hasta el humilde wheelbarrow (carretilla; el elemento barrow es un dispositivo para trasladar cargas, wheel es por la rueda), pasando por la figura esencial de la poesía y del lenguaje mismo (metáfora) y remontándonos a nuestro birth (nacimiento): ¡en sus incontables formas, qué palabra llena de misterio y poder!

Good words!  ¡Buenas palabras!

Pablo J. Davis

Una versión de este ensayo apareció originalmente en la edición del 20 al 26 de noviembre 2015 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como la entrega número 157 de la columna semanal bilingüe “Misterios y Engimas de la Traducción/Mysteries and Enigmas of Translation”.  Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la ATA (American Translators Association), inglés>español, e Intérprete Certificado por los Tribunales del Estado de Tennessee inglés<>español, además de entrenador en los campos de la traducción, interpretación y competencia transcultural. 

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2015-02-21 by Pablo J. Davis Leave a Comment

La queridísima mariquita… y sus muchos nombres

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Querida lectora o lector:

Estamos acostumbrados a pensar en las diferencias culturales. Pero este mundo tiene algunas cosas tan hermosas que, al parecer, en todas partes y en toda época la humanidad las ha amado: la mariposa, la rosa, la cometa, el arcoíris.

Este diminuto insecto, ¿puede que sea amado por todas las culturas humanas?

Este diminuto insecto, ¿puede que sea amado por todas las culturas humanas?

Un diminuto insecto volador, usualmente colorado con manchitas—la “mariquita” o “vaquita de San Antonio” entre otros nombres en español, ladybug en inglés—bien puede reclamar su puesto en este grupo tan selecto.

Los nombres en inglés y en español tienen una sutil conexión: lady (dama, señora) sería por la Virgen.

Algunos más: la bête à bon Dieu (francés: el bichito del buen Señor), bozha kapovka (ruso: la vaquita de Dios), lieveheerbeestje (holandés: el animalito del buen Señor), moyshe rabbeynus ferdele (o bien) kiyele (idish: el caballito, o la vaquita, de Moisés).

¿Por qué este cariño tan intenso que suele entrar en el terreno de lo sagrado? El colorido se parece al de la mariposa y las manchas nos recuerdan a la vaca. Caminan sin miedo sobre nuestras manos. Y consumen plagas agrícolas como los áfidos.

Algunas tradiciones (como la judía) rehusan nombrar al Señor: de ahí el uso de Moisés. El español, de modo similar, emplea el nombre de la Virgen o de San Antonio.

Esta bendita criaturita fue, tal vez, una de las alegres inspiraciones de la sentencia de Robert Louis Stevenson, The world is so full of a number of things/ I’m sure we should all be as happy as kings, que traduzco así: “El mundo tiene tanta cosa maravillosa, que toda alma debería ser dichosa.”

             ¡Buenas palabras/Good words!

Pablo

Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la American Translators Association (Asociación Norteamericana de Traductores) ing>esp, e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee ing<>esp. Una versión anterior de este ensayo fue escrita originalmente para la edición de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) del 24 al a 30 de enero, 2015, como parte de la columna bilingüe semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2014-02-27 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Jergas o lenguajes “secretos”

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Querida lectora o lector:

La idea de un lenguaje secreto o encifrado es antigua, y muy cotizada entre adolescentes, colegas de oficio, presidiarios—cualquier grupo que sienta la necesidad o deseo de excluir de su comunicación a los de afuera.

Estas dos personas ilustran el verbo "to razz" en ingles, una manera de abuchear o expresar desprecio. El origen de esa palabra está en la jerga rimada del Este de Londres, la llamada "rhyming slang".

Estas dos personas ilustran el verbo “to razz” en ingles, una manera de abuchear o expresar desprecio. El origen de esa palabra está en la jerga rimada del Este de Londres, la llamada “rhyming slang”.

En inglés, el Pig Latin (latín de cerdos) infantil corre el primer sonido de la palabra al final, seguida de ‘ay’ (suena ‘ei’): ellohay = hello (hola). Es como el “jeringoso” o  “jerigonso/a” (voces derivada de “jerga”, ingl.  jargon) en español: en este juego, más complejo, tras cada sílaba se intercala ‘p’ más la repetición de la vocal de esa sílaba: “hopolapa” = hola, “sipi” = sí, “grapaciapas” = gracias.

Una jerga muy popular en la región del Río de la Plata (Argentina y Uruguay) es el “vesre” o “vesrre” (jerga al revés, cuyo nombre no es otra cosa que la palabra “revés” al revés). En el vesre, se invierte el orden de las sílabas, aunque no siempre con precisión matemática: “yobaca” (caballo), “jermu” (mujer), “viorsi” (servicio, o cuarto de baño), “dolape” (pelado, o calvo), “lompa” (pantalón), “tidorpa” (partido). Cuando se hace algo inútilmente, se usa el vesre para decir que fue “al dope” (“al pedo” en lenguaje coloquial rioplatense significa inútil, en vano).

Algo parecido se hacía con el back slang de la Inglaterra victoriana,  en que se invertía las palabras, no por sílabas, sino letra por letra: evig ti ot em = give it to me (dámelo). Al parecer era muy usado por compañeros de trabajo en puestos callejeros y comercios para engañar a clientes.

Una jerga sumamente creativa y divertida es el rhyming slang (jerga rimada) cockney, o sea, con su origen en los barrios populares del Este londinense. Slabs of meat (cachos de carne) = feet (pies), trouble and strife (desdichas y querellas) = wife (esposa), Lee Marvin = starvin’ (hambriento), apples and pears = stairs (escaleras), bread and honey = money (dinero). Often rhyming slang shortens the encoded phrase so that the rhyme is implicit, for instance: “I fell down the apples and broke me hand” = I fell down the stairs and broke my hand (me caí por la escalera y me quebré la mano).

El verbo to razz, que significa abuchear sacando la lengua a medias y soplando por entre los labios semicerrados, imitando el sonido de una flatulencia, tiene un origen comiquísimo en la jerga rimada cockney: proviene de raspberry tart (tarta de frambuesa), que rima con fart (pedo).  En EEUU ese ruido también se llama Bronx cheer (aplauso del Bronx). Las fotografías arriba muestran a dos individuos en pleno razzing.

Si bien es cierto que ninguno de estos “lenguajes” es difícil de descifrar en el papel, hablados a gran velocidad pueden ser bastante eficaces para comunicar secretos. Pero al margen de su uso confidencial está el simple disfrute que le da a muchas personas este tipo de juegos de lenguaje: su aspecto “lúdico”.

Copyright ©2014 by Pablo J. Davis. All rights reserved.

Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la American Translators Association (Asociación Norteamericana de Traductores) ing>esp, e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee ing<>esp. Una versión anterior de este ensayo fue publicado originalmente por La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) en su edición del 2 al 8 de marzo. 2014, como parte de la columna bilingüe semanal ‘Misterios y Enigmas de la Traducción’/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2013-11-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Halloween y Día de Muertos: miedo y comunión

por Pablo J. Davis

Nos encontramos en el brevísimo intervalo entre el gran festejo norteamericano de Halloween (31 octubre), y el Día de Muertos (1 y 2 noviembre) asociado primordialmente con México, aunque celebrado en diversos países latinoamericanos. Es buen momento para reflexionar sobre cultura, sobre similitudes y diferencias.

La Calavera Catrina, genial creación del artista mexicano José Guadalupe Posada, ya lleva un siglo como el ícono por excelencia del Día de Muertos.

 

Es común la creencia, en Estados Unidos, de que el Día de Muertos es esencialmente “el Halloween mexicano”. Pero, ¿será cierto? Al igual que la palabra ‘amigo’ en español y friend en inglés, que se ubican una al lado de la otra en los diccionarios bilingües y sin embargo se refieren a realidades bastante distintas (lo mismo podría decirse de familia/family, fiesta/party y sinnúmero de otras duplas culturalmente significativas), Halloween y Día de Muertos comparten algunos símbolos y la misma época del año pero constituyen fenómenos culturales bien diferenciados.

Las diferencias entre dos fiestas, a primera vista tan similares, no son precisamente lo que se entiende en lingüistica por el término ‘falsos amigos’.  Esto último se refiere a palabras que a la persona extranjera parecieran significar una cosa, debido a su similitud con alguna palabra familiar en su idioma, pero que en realidad significan otra cosa. Por ejemplo, una persona hispanohablante al leer en inglés que ‘Smith suffered injuries at the hands of Jones’ posiblemente creerá que Jones insultó o calumnió a Smith; en realidad, de lo que se trata es una agresión física, ya que ‘injury’ en inglés significa lesión o lastimadura, y no calumnia como en español. Los falsos amigos pueden ser engañosos, pero en última instancia se corrigen con relativa facilidad por aquellas personas con buen dominio de ambos idiomas.

No es el caso, sin embargo, de los fenómenos culturales.  En ese plano, las diferencias suelen ser más sutiles, y posiblemente no las capte ni siquiera el diccionario bilingüe. La mayoría de los angloparlantes, por ejemplo, son más propensos a llamar a un individuo friend cuando en equivalente situación interpersonal, los hispanohablantes dirían más bien ‘compañero’ o ‘colega’ – reservándose ‘amigo’ o ‘amiga’ para relaciones de amistad más íntimas.  Se puede pensar que la palabra ‘amigo’ es un poco más ‘cara’ en español de lo que esfriend en inglés. Dicho esto sin ánimo de adjudicar superioridad a una ni a otra cultura; simplemente, registramos una importante diferencia cultural, una diferencia que cuando no se comprende, puede causar malentendidos y hasta dolor.

¿Y cómo se relaciona esto con Halloween y el Día de Muertos?  Son dos fiestas, que al parecer son equivalentes muy cercanos, si no básicamente intercambiables, pero que en realidad ocupan lugares muy distintos en cada mapa cultural.  Halloween es, esencialmente, un festejo construido a partir de un desafío o burla a la muerte y sus terrores, a los que se pretende neutralizar teatralizándolos.  Ocurre una especie de juego osado, un bailar frente a lo macabro.

En la cultura mexicana, mesoamericana  y latinoamericana en general, el Día de Muertos es otra cosa. Uno celebra, recuerda, honra a los seres queridos difuntos– padres, abuelos, tíos y otros familiares – y es muy común oir hablar a la gente de ‘mi muertito’ o ‘mi muertita’. A lo largo de las décadas y siglos de la Colonia, se fueron entrelazando tradiciones indígenas, precolombinas y precristianas de culto a los antepasados, por un lado, con los ritos del calendario cristiano y de esa interacción nacieron cosas nuevas: los estudiosos de la historia y cultura religiosa hablan de prácticas religiosas ‘sincréticas’. Así fue que la celebración del Día de Muertos vino a coincidir con el Día de Todos los Santos o la conmemoración de los Fieles Difuntos.

Las ramificaciones rituales de esta festividad son múltiples y complejas. Los pasteles horneados en la forma de calaveras y esqueletos, la creación de figuras de esqueleto en muchos casos vestidos y adornados con sombreros y otros accesorios, la preparación de altares con fotografías de seres queridos y con ofrendas a los mismos, la redacción de versos satíricos y una tradición iconográfica riquísima relacionada con la muerte (su exponente más famoso, José Guadalupe Posada, creó la inmortal ‘Catrina’ cuya imagen se ve arriba a la derecha) son tan sólo algunas de las infinitas prácticas festivas que el Día de Muertos ha generado.

Si bien hay prácticas religioso-culturales en otras partes de la América Latina que guardan ciertas similitudes con el Día de Muertos –por ejemplo, el culto de ‘San La Muerte’ en la zona cultural guaraní del Paraguay, norte de la Argentina y sur del Brasil, de fuerte arraigo popular pero desestimadas por la Iglesia Católica como tradiciones paganas – no hay nada que se asemeje realmente a la centralidad que ocupa el Día de Muertos en la cultura mexicana y mesoamericana.

No obstante, la entereza frente a la muerte y su aceptación, junto a la exigencia de mantener los vínculos de unión con los seres queridos desaparecidos, características fundamentales del Día de Muertos, forman un hilo conector que recorre gran parte del mapa cultural latinoamericano. Hace medio siglo, el gran guitarrista, compositor y cantante argentino, Atahualpa Yupanqui (1908-1992) plasmó en la letra de su canción, “Los hermanos”, esta conmovedora idea:

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.
En el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.        

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños, cada cual.
Con la esperanza adelante,
con los recuerdos detrás.

. . .

Y así, seguimos andando
curtidos de soledad.
Y en nosotros nuestros muertos
pa que nadie quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar . . .          

Al final de cuentas, el desafío de interpretar los fenómenos culturales a través de las barreras del idioma nos exige una sutileza de comprensión aún más allá de lo que demanda la traducción.  Dos cosas que lucen muy parecidas pueden ser fundamentalmente distintas. En este caso, dos fiestas que evidentemente tienen que ver con la mortalidad humana: en un caso, un jocoso desafío a la muerte, en el otro, una amorosa y alegre comunión con los seres queridos difuntos.

Copyright ©2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Una versión de este ensayo apareció originalmente en octubre del 2011, en http://interfluency.wordpress.com. Se la vuelve a publicar en versión revisada, con traducción al inglés.

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2013-09-27 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Herencia hispana: por qué importa el español

La Mezquita y Catedral de Córdoba, en el Sur de España, se considera uno de los tesoros de la cultura humana y está entre los sitios de Patrimonio Mundial de la UNESCO. En su majestuosa geometría, logra plasmar el complejo encuentro de Áfria, Europa y Asia que se fue desarrollando a lo largo del Medioevo ibérico, y que influyó profundamente en la evolución de la lengua española moderna.

Es fuerte el predominio del español entre las lenguas extranjeras en Estados Unidos. Lo estudiaban 865,000 universitarios en el 2009; lo seguían el francés (216,000) y el alemán (96,000). El español convoca a más alumnos que todas las demás lenguas extranjeras juntas. En los grados K-12 (para usar el término norteamericano) de las escuelas públicas, las cifras son aun más abrumadoras: en 2007-08, 6.4 millones de alumnos cursaban español (el 72% de todos los estudiantes de lenguas extranjeras) al lado de apenas 1.3 millones para el francés en el segundo puesto.

¿Por qué se estudia tanto “la lengua de Cervantes” en EE.UU., si bien no siempre con un éxito rotundo? A continuación, algunas de las motivaciones más comunes:

Una población grande y creciente. La población hispanohablante de EE.UU., más de 40 millones, sobrepasa a las de la casi totalidad de los países hispanos. Para muchos norteamericanos, las cifras del Censo de por sí demuestran la importancia del español y subrayan la conveniencia de aprenderlo. Por no hablar de la geografía, que ubica al país hispano más poblado del planeta en la frontera sur de EE.UU. y millones de hispanohablantes más en las Antillas, a poca distancia de las costas de la Florida.

Servicio comunitario.  Gran número de jóvenes de nobles ideales buscan aprender el español para poder desarrollar actividades de servicio a la comunidad inmigrante, en áreas tales como alfabetización, salud, asesoramiento legal y educación, o bien en misiones de fe religiosa. A su vez, estas interacciones devienen en muchos casos un vehículo para el ”aprendizaje en servicio”, donde lo aprendido en el salón de clases se somete a la enriquecedora prueba de la experiencia real.

¿Lengua “fácil”?  La percepción del español como de fácil aprendizaje está muy difundida. De hecho, los universitarios norteamericanos típicamente lo ven como el modo más accessible de llenar el requisito de lengua extranjera de su institución. Es una verdad a medias: indudablemente, el español es una maravilla de consistencia gramatical y fonética, debido en gran medida a la Gramática de Nebrija (año 1492), una de las más tempranas para cualquier idioma moderno, como asimismo la fundación en 1713 de la Real Academia Española. Pero alcanzar un verdadero dominio de la lengua, ni remotamente puede considerarse tarea fácil.

¿Una lengua “cómica”? La frecuente fascinación con el llamado “Spanglish” —la incorporación de palabras y estructuras del ingles en el habla inmigrante— interpreta como cosa rara un fenómeno completamente natural cuando entran en contacto poblaciones con diferentes idiomas. Es un recurso lingüístico, no un dialecto ni mucho menos un idioma propio. El fenómeno inverso, bastante distinto, es el llamado “Faux Spanish” (falso español) entre angloparlantes: con frases como “no problemo” (no hay problema), “perfectamundo” (perfecto, perfectamente), “mucho macho” (muy macho, machote o hasta machista) y “el grande jefe” (gran jefe), transmite una actitud entre juguetona y burlona hacia el español y quienes lo hablan.

Trabajadores. Muchos norteamericanos asocian el español con inmigrantes pobres, en muchos casos indocumentados  —percepción comprensible a la luz de las obsesiones mediáticas y políticas en la actualidad, y tal vez de la experiencia personal. Desde esta perspectiva, la utilidad del idioma pasa por la comunicación con los trabajadores, o por su supervisión en el lugar de trabajo. Pero no se trataría en todo caso de un idioma “serio”, noción expresada no hace mucho tiempo atrás por una prestigiosa escuela privada de Virginia que en su sitio web se jactaba de ofrecer, por razones de rigor académico, solamente francés. Una premisa similar animaba al juez que, en sonado caso de agosto de 1995 en un juzgado de familia de Amarillo, Texas, ordenó a una inmigrante mexicana que dejase de hablar con su hija de cinco años en español, lengua cuyo uso constituía “abuso infantil” y que condenaría a la niña a un futuro “de sirvienta”. (Tanto la escuela como el juez dieron marcha atrás posteriormente, tras sufrir sendas avalanchas de críticas públicas.)

Una cultura “pintoresca”.  En Estados Unidos, es común oir expresiones de fascinación por la cultura hispana, pasando éstas muchas veces por la salsa (cocina) y la salsa (música y danza). Sin lugar a dudas, hay muchísimo interés sincero. A la vez, con adjetivos como “colorido”, “pintoresco”, “simple” y “exótico” se pinta un mundo hispano de campesinos, de vida rural y pueblerina, de una vida sumergida en “la tradición”. Esta perspectiva puede, sin querer, terminar por situar a los hispanos o latinos en un pasado primitivo, incluso fuera del tiempo. En otra perspectiva común, el español es visto como lengua de lugares adonde van muchos universitarios durante el receso de primavera, y otros turistas, a hacer “vida loca”. Se trata, en muchos casos, de lugares que, en un pasado, Estados Unidos conquistó, ocupó o dominó. De hecho, es ésta la otra cara de la moneda de “la lengua de trabajadores ilegales”. Una larga historia de relaciones de poder  ha sembrado hábitmos de pensamiento fuertemente arraigados.

¡Tamaña mezcla de razones y motivaciones (y es sólo un muestreo)! Aquí hay una sincera inquietud por conocer otras culturas,  el llamado al servicio, la fe y el amor a la justicia. Al mismo tiempo, nos topamos con la romantización simplona, la condescendencia y agendas del poder.

Aquí van otras razones, factores clave de la importancia del español y de su aprendizaje, en estos comienzos del siglo 21.

Una lengua global. El español ya ocupa el segundo puesto entre los idiomas del mundo, de acuerdo al número de hablantes nativos, excedido sólo por el chino mandarin. Más de 410 millones de personas (más de 1 de cada 20 seres humanos) lo tienen como primer idioma, más que el inglés que ocupa el tercer puesto con unos 360 millones —aunque el inglés salta adelante del español si se cuenta a aquellos que lo hablan como segundo idioma. El portugués (al que me gusta llamar la lengua “melliza” del español, proximidad que el inglés no goza con ninguna lengua viva) tiene más de 220 millones de hablantes nativos, en su mayoría en la ascendente potencia del Brasil. Los hispanohablantes comprenden en buen grado el portugués y de por sí cuentan con un “envión” natural al abordar su aprendizaje.

Potencia económica. Los 53 millones de hispanos en EE.UU. (¡1 de cada 6 personas!) gastan unos $1.3 trillones (o sea millones de millones) anualmente y el producto bruto interno (PBI) de los países hispanos es de $3.4 trillones, igual a la potencia industrial que es Alemania. Si incluimos a la república hermana del Brasil, la cifra asciende a $5.9 trillones, a la par de Japón. Hay incontables mercados en que vender, trabajos a desempeñar, textos a traducir por personas con un buen dominio del idioma (cosa inseparable de la comprensión cultural).

Una civilización mundial. Los idiomas encarnan la experiencia y creatividad de los pueblos. En el caso del español, esto abarca desde los antiguados legados íbero, celta, romano y germánico, además de la singular presencia rom o gitana (la palabra, derivada de “egiptano”, voz que da cuenta del paso de una porción de esa etnia errante por el Norte de África, por vía Egipto); casi un milenio de coexistencia cristiano-judío-musulmana; el primer imperio global de la historia; y, hoy, veinte sociedades multiculturales de herencia indígena, africana, europea y asiática. Como botoncito de muestra de la riqueza cultural plasmada en el español, consideremos cómo, en sociedades de fuerte mayoría cristiana, se expresa un deseo con la voz Ojalá, derivada del árabe (Inshallah).

El Caballero de la Triste Figura. El Quixote de Cervantes probablemente sea la obra de ficción más conocida y amada del mundo entero. Corona a una literatura que incluye la brillante poeta mexicana del siglo 17, Sor Juana Inés de la Cruz; ese maestro absoluto del estilo moderno, José Martí, caído en combate por la independencia de Cuba; el amado poeta chileno, Pablo Neruda; el argentino Jorge Luis Borges con sus misterios metafísicos; y los grandes relatores de nuestros tiempos, entre ellos el colombiano Garcia Marquez, el peruano Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes, la chilena Isabel Allende y Julia Álvarez d la República Dominicana.

La recuperación de la propia herencia.  Para una considerable proporción de los hispanos nacidos, o al menos criados, en EE.UU., el inglés es su lengua dominante o posiblemente único (nótese la diferencia entre las cifras de población hispana, 53 millones, y población hispanoparlante, 40 millones). Para aquellos expuestos al español en la infancia, sobre todo en el hogar (los docentes de lenguas los llaman estudiantes “de herencia”), aprender el idioma puede constituir una poderosa experiencia de recuperación de un patrimonio cultural y familiar.

Una vision de la vida.  Llegar a dominar el español es aprender otra manera de estar en el mundo, una peculiar combinación de seriedad, humor, jerarquía y dignidad. El angloparlante que lo hace, aprende a dejar de lado ese ubicuo pronombre imperial de “I” (¡único pronombre que lleva mayúscula en inglés!), adoptando en su lugar el yo,usado con mucha más moderación: el español reviste cierta modestia.  Uno aprende palabras para relaciones y costumbres que el inglés no puede nombrar: comadre y compadre para quienes apadrinan el hijo de uno, o a la inversa, tocayo para quien comparte el mismo nombre, sobremesa para ese largo y placentero rato que se pasa en la mesa conversando después de la comida. Al decir “Hasta mañana”, se agrega en muchos casos “si Dios quiere”: pequeña pero significativa reverencia lingüística ante la Deidad, o simplemente las incógnitas del porvenir.

Hay muchas rázones validas para estudiar español. Puede ser parte de la preparación para vacaciones en Cancún, o para mejor el funcionamiento de la oficina de recursos humanos de una compañía, o mil cosas más. Pero una pujante fuerza económica global, una literature que se sitúa entre las grandes del mundo y la búsqueda de la verdadera fluidez intercultural ofrecen otras motivaciones que a uno pueden expandirle la mente y hasta cambiarle la vida.

Copyright ©2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

Pablo J. Davis ofrece servicios de traducción e interpretación profesionalmente certificadas, además de variados entrenamientos culturales y lingüísticos, a través de Interfluency.com. Se publicó una versión de este artículo en The Commercial Appeal (Memphis, TN) el viernes 27 de septiembre de 2013.

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2013-08-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de agosto del 2013. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de las raíces trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes.

Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

(Al igual que este agosto del 2013, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias en  ‘el mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas —realizar una compra o alquiler, casarse, viajar— está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

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2013-06-02 by Pablo J. Davis Leave a Comment

El verano, sus nombres y amores

Querida lectora o lector,

El almanaque nos dice que todavía faltan unas semanas para el comienzo del verano del Hemisferio Norte, pero unos momentos al aire libre nos desmuestran que ya llegó. Pasemos un minuto con sus nombres en español e inglés.

Los amores de verano (‘summer romance’ en inglés), recuerdo agridulce para muchos.

 

“Verano” proviene del latín veranum, que podía significar verano o primavera—estaciones que hoy diferenciamos pero que antes, junto a sus nombres, se entremezclaban. De hecho, “primavera” se entendía como principio del verano.

Summer, en inglés, es voz germánica: es el origen de prácticamente todas las palabras de uso más común en inglés. En sajón antiguo, era sumar; uno de los textos más antiguos en lengua inglesa (siglo 13), es una canción celebratoria del verano que comienza: Sumer is icumen in (El verano ya llegó).

Tal cual se “veranea” en tal lugar, en español, los angloparlantes dicen We used to summer (Solíamos veranear) in Maine.

(Despejemos una duda: las estaciones del año no llevan mayúscula en inglés, salvo en nombres propios:Summer Olympics, Fall Semester.)

Con suerte, los niños van a “colonias de verano” también llamados “campamentos de verano”que se parece más al inglés summer camps.

El verano tiene otro nombre hispano: “estío” (del latín aestivum), que como adjetivo nos da “estival” y que es pariente del francés été. Fuera de lo literario, ya casi no se usa.

Esta raíz también aparece en inglés: to estivate y  estivation (el equivalente en época calurosa de la hibernación).  Curiosamente, el español—muchísimo más rico que el inglés en raíces latinas—no usa el verbo “estivar”.

Por último, ¿quién no suelta un suspiro al recordar los “amores de verano”? Dato curioso: esta frase, al igual quesummer romance en inglés, era de poco uso antes de la década de 1960.

Good words!

Pablo

Copyright © 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Una versión de este ensayo se escribió originalmente para la edición del 9-15 junio 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna “Misterios y Enigmas de la Traducción”.  Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA (inglés>español) e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee (inglés<>español).

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