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2016-04-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

El Día de los Tontos… y la inocencia

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Querida lectora o lector,

No es un feriado, los escolares no tienen el día libre, no hay grandes ofertas en las tiendas—pero el primero de abril es una fecha muy celebrada.

Free iPad visual!April Fool’s Day (Día de los Tontos de Abril) es ocasión para tratar de engañar a compañeros, amigos o familiares con cuentos absurdos. Y si caen, se les canta “April Fool!” (¡Tonto de abril!). (Los franceses dicen “Poisson d’avril” y los italianos “Pesce d’aprile!” o sea, en efecto “Pescado de abril”.)

Las bromas del primero de abril pueden ser impresas también: muchos periódicos tenían la tradición de imprimir una primera plana falsa, antes de la verdadera, llena de noticias ficticias y absurdas. Algunos aun lo hacen.

Eso sí: la actual campaña electoral en EEUU ha hecho que sea difícil imaginar noticias falsas más absurdas que las reales.

En el mundo hispano, sobre todo en las poblaciones en mayor contacto con la cultura norteamericana, ha crecido hasta cierto punto la observación del primero de abril como “Día de los Tontos”.

Pero el día equivalente real es el 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes. La fecha tiene un origen terrible: la bíblica masacre de infantes bajo órdenes del Rey Herodes, que esperaba que se encontrase entre los bebés muertos el Niño Jesús.

De esos trágicos inocentes, a las inocentes víctimas de las creativas mentiras del 28 de diciembre, hay largo trecho. Pero así la cultura popular adaptó y transformó aquella conmemoración.

Cuando alguien cae en una broma de los Santos Inocentes, se le dice “¡Que la inocencia te valga!”

Para redondear con temas más serios, ¿sabía usted que Trump y Sanders han formado una “fórmula de unidad nacional”? Y que Apple está conmemorando el aniversario de Steve Jobs regalando iPads gratis, si uno escribe a free-ipads@apple.com? April Fool!

 ¡Buenas palabras! Good words!

Pablo

Una anterior versión de este ensayo apareció originalmente en la edición del 25 al 31 de marzo 2016 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como la entrega número 174 de la columna semanal bilingüe “Misterios y Engimas de la Traducción/Mysteries and Enigmas of Translation”.  Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la ATA (American Translators Association), inglés>español, e Intérprete Certificado por los Tribunales del Estado de Tennessee inglés<>español, además de entrenador en los campos de la traducción, interpretación y competencia transcultural. Es doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Johns Hopkins, y actualmente candidato al Juris Doctor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Memphis (mayo 2017).

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2013-12-30 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Feliz Año Nuevo, Happy New Year…

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Querida lectora o lector,

Está a la orden del día este saludo, junto a “¡Feliz Año!” y “¡Próspero Año Nuevo!”

En inglés, por lo general, se dice “Happy New Year!”, sin variantes.

La Nochevieja se llama New Year’s Eve en inglés: víspera de Año Nuevo.January antique almanac

El nombre de enero (January en inglés, con mayúscula) es por Jano, dios romano de las puertas, con una cara mirando hacia atrás y otra adelante. Como solemos hacer a principios de año: las resoluciones de año nuevo (New Year’s resolutions en inglés) parecen remontarse a la era romana. Es de suponer que su incumplimiento es de similar antigüedad.

El año no siempre comenzó en enero. Entre otras fechas, este honor le tocó por largos siglos al 25 de marzo, comienzos de la primavera en el Hemisferio Norte. Fue remplazado por el 1º de enero al adoptarse el calendario gregoriano (en 1582 en los países católicos, más tarde en otras partes, como 1752 en Inglaterra).

Para fechas en años cercanos al cambio, es frecuente encontrar la leyenda ‘Estilo Viejo’ (calendario juliano) o ‘Estilo Nuevo’ (gregoriano). De hecho, en documentos de mediados del siglo XVIII en lengua inglesa, se usan ‘O.S.’ (Old Style) y ‘N.S.’ (New Style) a modo de aclaración. Por ejemplo, la fecha “Mar. 15, 1753 O.S.” sería igual a “Mar. 15, 1754 N.S.” ya que en el sistema antiguo, el año cambiaba no el primero de enero sino el 25 de marzo.

En el calendario republicano francés tras la Revolución, la fecha que iniciaba el año era nuestro 22 de septiembre.

El comienzo del año (o ejercicio) fiscal, según el país, puede ser  1º de enero, abril, julio u octubre. El escolar, en marzo en el Hemisferio Sur, tradicionalmente en septiembre en el Norte (para tristeza de la juventud, arranca cada vez más temprano,  ¡hasta a principios de agosto!).

Movedizos son el Año Nuevo judío (este año 24-26 septiembre), islámico (este año 24-25 octubre) y chino (este año 31 enero).

Incluso los cumpleaños pueden considerarse, y de hecho son pensados así por muchas personas, como el comienzo de un nuevo año en lo personal.

Así es: cada año hay muchos Años Nuevos. Que todos y cada uno de ellos en el 2014 le traigan salud y prosperidad a usted y sus seres queridos.

Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la American Translators Association (Asociación Norteamericana de Traductores) ing>esp, e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee ing<>esp. Una versión anterior de este ensayo fue publicado originalmente por La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) en la edición del 30 dic. 2013 al 5 ene. 2014, como parte de la columna bilingüe semanal ‘Misterios y Enigmas de la Traducción’/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2013-11-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Halloween y Día de Muertos: miedo y comunión

por Pablo J. Davis

Nos encontramos en el brevísimo intervalo entre el gran festejo norteamericano de Halloween (31 octubre), y el Día de Muertos (1 y 2 noviembre) asociado primordialmente con México, aunque celebrado en diversos países latinoamericanos. Es buen momento para reflexionar sobre cultura, sobre similitudes y diferencias.

La Calavera Catrina, genial creación del artista mexicano José Guadalupe Posada, ya lleva un siglo como el ícono por excelencia del Día de Muertos.

 

Es común la creencia, en Estados Unidos, de que el Día de Muertos es esencialmente “el Halloween mexicano”. Pero, ¿será cierto? Al igual que la palabra ‘amigo’ en español y friend en inglés, que se ubican una al lado de la otra en los diccionarios bilingües y sin embargo se refieren a realidades bastante distintas (lo mismo podría decirse de familia/family, fiesta/party y sinnúmero de otras duplas culturalmente significativas), Halloween y Día de Muertos comparten algunos símbolos y la misma época del año pero constituyen fenómenos culturales bien diferenciados.

Las diferencias entre dos fiestas, a primera vista tan similares, no son precisamente lo que se entiende en lingüistica por el término ‘falsos amigos’.  Esto último se refiere a palabras que a la persona extranjera parecieran significar una cosa, debido a su similitud con alguna palabra familiar en su idioma, pero que en realidad significan otra cosa. Por ejemplo, una persona hispanohablante al leer en inglés que ‘Smith suffered injuries at the hands of Jones’ posiblemente creerá que Jones insultó o calumnió a Smith; en realidad, de lo que se trata es una agresión física, ya que ‘injury’ en inglés significa lesión o lastimadura, y no calumnia como en español. Los falsos amigos pueden ser engañosos, pero en última instancia se corrigen con relativa facilidad por aquellas personas con buen dominio de ambos idiomas.

No es el caso, sin embargo, de los fenómenos culturales.  En ese plano, las diferencias suelen ser más sutiles, y posiblemente no las capte ni siquiera el diccionario bilingüe. La mayoría de los angloparlantes, por ejemplo, son más propensos a llamar a un individuo friend cuando en equivalente situación interpersonal, los hispanohablantes dirían más bien ‘compañero’ o ‘colega’ – reservándose ‘amigo’ o ‘amiga’ para relaciones de amistad más íntimas.  Se puede pensar que la palabra ‘amigo’ es un poco más ‘cara’ en español de lo que esfriend en inglés. Dicho esto sin ánimo de adjudicar superioridad a una ni a otra cultura; simplemente, registramos una importante diferencia cultural, una diferencia que cuando no se comprende, puede causar malentendidos y hasta dolor.

¿Y cómo se relaciona esto con Halloween y el Día de Muertos?  Son dos fiestas, que al parecer son equivalentes muy cercanos, si no básicamente intercambiables, pero que en realidad ocupan lugares muy distintos en cada mapa cultural.  Halloween es, esencialmente, un festejo construido a partir de un desafío o burla a la muerte y sus terrores, a los que se pretende neutralizar teatralizándolos.  Ocurre una especie de juego osado, un bailar frente a lo macabro.

En la cultura mexicana, mesoamericana  y latinoamericana en general, el Día de Muertos es otra cosa. Uno celebra, recuerda, honra a los seres queridos difuntos– padres, abuelos, tíos y otros familiares – y es muy común oir hablar a la gente de ‘mi muertito’ o ‘mi muertita’. A lo largo de las décadas y siglos de la Colonia, se fueron entrelazando tradiciones indígenas, precolombinas y precristianas de culto a los antepasados, por un lado, con los ritos del calendario cristiano y de esa interacción nacieron cosas nuevas: los estudiosos de la historia y cultura religiosa hablan de prácticas religiosas ‘sincréticas’. Así fue que la celebración del Día de Muertos vino a coincidir con el Día de Todos los Santos o la conmemoración de los Fieles Difuntos.

Las ramificaciones rituales de esta festividad son múltiples y complejas. Los pasteles horneados en la forma de calaveras y esqueletos, la creación de figuras de esqueleto en muchos casos vestidos y adornados con sombreros y otros accesorios, la preparación de altares con fotografías de seres queridos y con ofrendas a los mismos, la redacción de versos satíricos y una tradición iconográfica riquísima relacionada con la muerte (su exponente más famoso, José Guadalupe Posada, creó la inmortal ‘Catrina’ cuya imagen se ve arriba a la derecha) son tan sólo algunas de las infinitas prácticas festivas que el Día de Muertos ha generado.

Si bien hay prácticas religioso-culturales en otras partes de la América Latina que guardan ciertas similitudes con el Día de Muertos –por ejemplo, el culto de ‘San La Muerte’ en la zona cultural guaraní del Paraguay, norte de la Argentina y sur del Brasil, de fuerte arraigo popular pero desestimadas por la Iglesia Católica como tradiciones paganas – no hay nada que se asemeje realmente a la centralidad que ocupa el Día de Muertos en la cultura mexicana y mesoamericana.

No obstante, la entereza frente a la muerte y su aceptación, junto a la exigencia de mantener los vínculos de unión con los seres queridos desaparecidos, características fundamentales del Día de Muertos, forman un hilo conector que recorre gran parte del mapa cultural latinoamericano. Hace medio siglo, el gran guitarrista, compositor y cantante argentino, Atahualpa Yupanqui (1908-1992) plasmó en la letra de su canción, “Los hermanos”, esta conmovedora idea:

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.
En el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.        

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños, cada cual.
Con la esperanza adelante,
con los recuerdos detrás.

. . .

Y así, seguimos andando
curtidos de soledad.
Y en nosotros nuestros muertos
pa que nadie quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar . . .          

Al final de cuentas, el desafío de interpretar los fenómenos culturales a través de las barreras del idioma nos exige una sutileza de comprensión aún más allá de lo que demanda la traducción.  Dos cosas que lucen muy parecidas pueden ser fundamentalmente distintas. En este caso, dos fiestas que evidentemente tienen que ver con la mortalidad humana: en un caso, un jocoso desafío a la muerte, en el otro, una amorosa y alegre comunión con los seres queridos difuntos.

Copyright ©2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Una versión de este ensayo apareció originalmente en octubre del 2011, en http://interfluency.wordpress.com. Se la vuelve a publicar en versión revisada, con traducción al inglés.

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2013-09-27 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Herencia hispana: por qué importa el español

La Mezquita y Catedral de Córdoba, en el Sur de España, se considera uno de los tesoros de la cultura humana y está entre los sitios de Patrimonio Mundial de la UNESCO. En su majestuosa geometría, logra plasmar el complejo encuentro de Áfria, Europa y Asia que se fue desarrollando a lo largo del Medioevo ibérico, y que influyó profundamente en la evolución de la lengua española moderna.

Es fuerte el predominio del español entre las lenguas extranjeras en Estados Unidos. Lo estudiaban 865,000 universitarios en el 2009; lo seguían el francés (216,000) y el alemán (96,000). El español convoca a más alumnos que todas las demás lenguas extranjeras juntas. En los grados K-12 (para usar el término norteamericano) de las escuelas públicas, las cifras son aun más abrumadoras: en 2007-08, 6.4 millones de alumnos cursaban español (el 72% de todos los estudiantes de lenguas extranjeras) al lado de apenas 1.3 millones para el francés en el segundo puesto.

¿Por qué se estudia tanto “la lengua de Cervantes” en EE.UU., si bien no siempre con un éxito rotundo? A continuación, algunas de las motivaciones más comunes:

Una población grande y creciente. La población hispanohablante de EE.UU., más de 40 millones, sobrepasa a las de la casi totalidad de los países hispanos. Para muchos norteamericanos, las cifras del Censo de por sí demuestran la importancia del español y subrayan la conveniencia de aprenderlo. Por no hablar de la geografía, que ubica al país hispano más poblado del planeta en la frontera sur de EE.UU. y millones de hispanohablantes más en las Antillas, a poca distancia de las costas de la Florida.

Servicio comunitario.  Gran número de jóvenes de nobles ideales buscan aprender el español para poder desarrollar actividades de servicio a la comunidad inmigrante, en áreas tales como alfabetización, salud, asesoramiento legal y educación, o bien en misiones de fe religiosa. A su vez, estas interacciones devienen en muchos casos un vehículo para el ”aprendizaje en servicio”, donde lo aprendido en el salón de clases se somete a la enriquecedora prueba de la experiencia real.

¿Lengua “fácil”?  La percepción del español como de fácil aprendizaje está muy difundida. De hecho, los universitarios norteamericanos típicamente lo ven como el modo más accessible de llenar el requisito de lengua extranjera de su institución. Es una verdad a medias: indudablemente, el español es una maravilla de consistencia gramatical y fonética, debido en gran medida a la Gramática de Nebrija (año 1492), una de las más tempranas para cualquier idioma moderno, como asimismo la fundación en 1713 de la Real Academia Española. Pero alcanzar un verdadero dominio de la lengua, ni remotamente puede considerarse tarea fácil.

¿Una lengua “cómica”? La frecuente fascinación con el llamado “Spanglish” —la incorporación de palabras y estructuras del ingles en el habla inmigrante— interpreta como cosa rara un fenómeno completamente natural cuando entran en contacto poblaciones con diferentes idiomas. Es un recurso lingüístico, no un dialecto ni mucho menos un idioma propio. El fenómeno inverso, bastante distinto, es el llamado “Faux Spanish” (falso español) entre angloparlantes: con frases como “no problemo” (no hay problema), “perfectamundo” (perfecto, perfectamente), “mucho macho” (muy macho, machote o hasta machista) y “el grande jefe” (gran jefe), transmite una actitud entre juguetona y burlona hacia el español y quienes lo hablan.

Trabajadores. Muchos norteamericanos asocian el español con inmigrantes pobres, en muchos casos indocumentados  —percepción comprensible a la luz de las obsesiones mediáticas y políticas en la actualidad, y tal vez de la experiencia personal. Desde esta perspectiva, la utilidad del idioma pasa por la comunicación con los trabajadores, o por su supervisión en el lugar de trabajo. Pero no se trataría en todo caso de un idioma “serio”, noción expresada no hace mucho tiempo atrás por una prestigiosa escuela privada de Virginia que en su sitio web se jactaba de ofrecer, por razones de rigor académico, solamente francés. Una premisa similar animaba al juez que, en sonado caso de agosto de 1995 en un juzgado de familia de Amarillo, Texas, ordenó a una inmigrante mexicana que dejase de hablar con su hija de cinco años en español, lengua cuyo uso constituía “abuso infantil” y que condenaría a la niña a un futuro “de sirvienta”. (Tanto la escuela como el juez dieron marcha atrás posteriormente, tras sufrir sendas avalanchas de críticas públicas.)

Una cultura “pintoresca”.  En Estados Unidos, es común oir expresiones de fascinación por la cultura hispana, pasando éstas muchas veces por la salsa (cocina) y la salsa (música y danza). Sin lugar a dudas, hay muchísimo interés sincero. A la vez, con adjetivos como “colorido”, “pintoresco”, “simple” y “exótico” se pinta un mundo hispano de campesinos, de vida rural y pueblerina, de una vida sumergida en “la tradición”. Esta perspectiva puede, sin querer, terminar por situar a los hispanos o latinos en un pasado primitivo, incluso fuera del tiempo. En otra perspectiva común, el español es visto como lengua de lugares adonde van muchos universitarios durante el receso de primavera, y otros turistas, a hacer “vida loca”. Se trata, en muchos casos, de lugares que, en un pasado, Estados Unidos conquistó, ocupó o dominó. De hecho, es ésta la otra cara de la moneda de “la lengua de trabajadores ilegales”. Una larga historia de relaciones de poder  ha sembrado hábitmos de pensamiento fuertemente arraigados.

¡Tamaña mezcla de razones y motivaciones (y es sólo un muestreo)! Aquí hay una sincera inquietud por conocer otras culturas,  el llamado al servicio, la fe y el amor a la justicia. Al mismo tiempo, nos topamos con la romantización simplona, la condescendencia y agendas del poder.

Aquí van otras razones, factores clave de la importancia del español y de su aprendizaje, en estos comienzos del siglo 21.

Una lengua global. El español ya ocupa el segundo puesto entre los idiomas del mundo, de acuerdo al número de hablantes nativos, excedido sólo por el chino mandarin. Más de 410 millones de personas (más de 1 de cada 20 seres humanos) lo tienen como primer idioma, más que el inglés que ocupa el tercer puesto con unos 360 millones —aunque el inglés salta adelante del español si se cuenta a aquellos que lo hablan como segundo idioma. El portugués (al que me gusta llamar la lengua “melliza” del español, proximidad que el inglés no goza con ninguna lengua viva) tiene más de 220 millones de hablantes nativos, en su mayoría en la ascendente potencia del Brasil. Los hispanohablantes comprenden en buen grado el portugués y de por sí cuentan con un “envión” natural al abordar su aprendizaje.

Potencia económica. Los 53 millones de hispanos en EE.UU. (¡1 de cada 6 personas!) gastan unos $1.3 trillones (o sea millones de millones) anualmente y el producto bruto interno (PBI) de los países hispanos es de $3.4 trillones, igual a la potencia industrial que es Alemania. Si incluimos a la república hermana del Brasil, la cifra asciende a $5.9 trillones, a la par de Japón. Hay incontables mercados en que vender, trabajos a desempeñar, textos a traducir por personas con un buen dominio del idioma (cosa inseparable de la comprensión cultural).

Una civilización mundial. Los idiomas encarnan la experiencia y creatividad de los pueblos. En el caso del español, esto abarca desde los antiguados legados íbero, celta, romano y germánico, además de la singular presencia rom o gitana (la palabra, derivada de “egiptano”, voz que da cuenta del paso de una porción de esa etnia errante por el Norte de África, por vía Egipto); casi un milenio de coexistencia cristiano-judío-musulmana; el primer imperio global de la historia; y, hoy, veinte sociedades multiculturales de herencia indígena, africana, europea y asiática. Como botoncito de muestra de la riqueza cultural plasmada en el español, consideremos cómo, en sociedades de fuerte mayoría cristiana, se expresa un deseo con la voz Ojalá, derivada del árabe (Inshallah).

El Caballero de la Triste Figura. El Quixote de Cervantes probablemente sea la obra de ficción más conocida y amada del mundo entero. Corona a una literatura que incluye la brillante poeta mexicana del siglo 17, Sor Juana Inés de la Cruz; ese maestro absoluto del estilo moderno, José Martí, caído en combate por la independencia de Cuba; el amado poeta chileno, Pablo Neruda; el argentino Jorge Luis Borges con sus misterios metafísicos; y los grandes relatores de nuestros tiempos, entre ellos el colombiano Garcia Marquez, el peruano Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes, la chilena Isabel Allende y Julia Álvarez d la República Dominicana.

La recuperación de la propia herencia.  Para una considerable proporción de los hispanos nacidos, o al menos criados, en EE.UU., el inglés es su lengua dominante o posiblemente único (nótese la diferencia entre las cifras de población hispana, 53 millones, y población hispanoparlante, 40 millones). Para aquellos expuestos al español en la infancia, sobre todo en el hogar (los docentes de lenguas los llaman estudiantes “de herencia”), aprender el idioma puede constituir una poderosa experiencia de recuperación de un patrimonio cultural y familiar.

Una vision de la vida.  Llegar a dominar el español es aprender otra manera de estar en el mundo, una peculiar combinación de seriedad, humor, jerarquía y dignidad. El angloparlante que lo hace, aprende a dejar de lado ese ubicuo pronombre imperial de “I” (¡único pronombre que lleva mayúscula en inglés!), adoptando en su lugar el yo,usado con mucha más moderación: el español reviste cierta modestia.  Uno aprende palabras para relaciones y costumbres que el inglés no puede nombrar: comadre y compadre para quienes apadrinan el hijo de uno, o a la inversa, tocayo para quien comparte el mismo nombre, sobremesa para ese largo y placentero rato que se pasa en la mesa conversando después de la comida. Al decir “Hasta mañana”, se agrega en muchos casos “si Dios quiere”: pequeña pero significativa reverencia lingüística ante la Deidad, o simplemente las incógnitas del porvenir.

Hay muchas rázones validas para estudiar español. Puede ser parte de la preparación para vacaciones en Cancún, o para mejor el funcionamiento de la oficina de recursos humanos de una compañía, o mil cosas más. Pero una pujante fuerza económica global, una literature que se sitúa entre las grandes del mundo y la búsqueda de la verdadera fluidez intercultural ofrecen otras motivaciones que a uno pueden expandirle la mente y hasta cambiarle la vida.

Copyright ©2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

Pablo J. Davis ofrece servicios de traducción e interpretación profesionalmente certificadas, además de variados entrenamientos culturales y lingüísticos, a través de Interfluency.com. Se publicó una versión de este artículo en The Commercial Appeal (Memphis, TN) el viernes 27 de septiembre de 2013.

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2013-08-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de agosto del 2013. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de las raíces trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes.

Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

(Al igual que este agosto del 2013, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias en  ‘el mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas —realizar una compra o alquiler, casarse, viajar— está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

© Copyright 2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Se reservan todos los derechos.

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2013-06-02 by Pablo J. Davis Leave a Comment

El verano, sus nombres y amores

Querida lectora o lector,

El almanaque nos dice que todavía faltan unas semanas para el comienzo del verano del Hemisferio Norte, pero unos momentos al aire libre nos desmuestran que ya llegó. Pasemos un minuto con sus nombres en español e inglés.

Los amores de verano (‘summer romance’ en inglés), recuerdo agridulce para muchos.

 

“Verano” proviene del latín veranum, que podía significar verano o primavera—estaciones que hoy diferenciamos pero que antes, junto a sus nombres, se entremezclaban. De hecho, “primavera” se entendía como principio del verano.

Summer, en inglés, es voz germánica: es el origen de prácticamente todas las palabras de uso más común en inglés. En sajón antiguo, era sumar; uno de los textos más antiguos en lengua inglesa (siglo 13), es una canción celebratoria del verano que comienza: Sumer is icumen in (El verano ya llegó).

Tal cual se “veranea” en tal lugar, en español, los angloparlantes dicen We used to summer (Solíamos veranear) in Maine.

(Despejemos una duda: las estaciones del año no llevan mayúscula en inglés, salvo en nombres propios:Summer Olympics, Fall Semester.)

Con suerte, los niños van a “colonias de verano” también llamados “campamentos de verano”que se parece más al inglés summer camps.

El verano tiene otro nombre hispano: “estío” (del latín aestivum), que como adjetivo nos da “estival” y que es pariente del francés été. Fuera de lo literario, ya casi no se usa.

Esta raíz también aparece en inglés: to estivate y  estivation (el equivalente en época calurosa de la hibernación).  Curiosamente, el español—muchísimo más rico que el inglés en raíces latinas—no usa el verbo “estivar”.

Por último, ¿quién no suelta un suspiro al recordar los “amores de verano”? Dato curioso: esta frase, al igual quesummer romance en inglés, era de poco uso antes de la década de 1960.

Good words!

Pablo

Copyright © 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Una versión de este ensayo se escribió originalmente para la edición del 9-15 junio 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna “Misterios y Enigmas de la Traducción”.  Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA (inglés>español) e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee (inglés<>español).

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2013-05-29 by Pablo J. Davis Leave a Comment

“Cedé”, “cidí”: el juego de las siglas

Querida lectora o lector:

¿Por qué al disco compacto se lo llama ‘CD’ en español, en vez de ‘DC’? Y la pronunciación de ese ‘CD’, ¿por qué es cada vez más ‘cidí’ en vez de ‘cedé’?’

En otra ocasión hemos observado cómo las siglas—abreviaturas hechas de letras (a veces sílabas) iniciales—pueden dividirse en dos tipos: (i) losacrónimos como PEMEX, que se pronuncian como palabras, y (ii) los inicialismos, como ONG, que se pronuncian letra por letra. Estas abreviaturas presentan muchas curiosidades para el traductor… y aquí van sólo algunos ejemplos.

  • En inglés, se usa el inicialismo “UN” (pronunciado “iu-én”) por United Nations, mientras que en español se usa el acrónimo “ONU”, por  “Organización de las Naciones Unidas”.
  • “Láser” nació como acrónimo de Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation (Amplificación de Luz por Emisión Estimulada de Radiación) y fue adoptado directamente por el español. Iguales los casos de “radar”, “scuba” y “MIDI”.
  • El inicialismo CIA (“ci-ay-éy” su pronunciación en inglés) es distinto: a pesar de que su nombre tiene traducción official al español—Agencia Central de Inteligencia—no se llama “ACI” en español sino que se importa el inicialismo del inglés, usado como acrónimo: “la CIA”. Esto se pronuncia como si se escribiera “Cía”—y, de hecho, a veces se usa esta última grafía, que, seguido de un punto, es la abreviatura de “Compañía”. Curiosamente, The Company (La Compañía) es el apodo o nombre informal más conocido de ese organismo.
  • Todavía otro es el caso de compact disc: es “disco compacto” en español pero no se abrevia como “DC” sino “CD” como en inglés. Hasta hace una década, se tendía a pronunciar “cedé” en el mundo hispano; pero cada vez más se oye la pronunciación con fonética inglesa: “cidí”.

Se necesita gran agilidad para traducir o interpretar estos tipos de términos. Han nacido de maneras muy diversas, y diversísimos han sido los caminos que los conducen de una lengua a otra.

Good words!
Pablo

Copyright © 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Una versión de este ensayo se escribió originalmente para la edición del 12-18 mayo 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna “Misterios y Enigmas de la Traducción”.  Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA (inglés>español) e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee (inglés<>español).

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2013-04-15 by Pablo J. Davis Leave a Comment

La bendita (¿e intraducible?) sobremesa

Querida lectora o lector,

Imagine una comida rica y amena compartida con amigos, o en familia con parientes que vienen de lejos. Ya se comió el postre… y viene el café, o algún traguito… tal vez otra confitura… más café… Y a todo esto, siguen la conversación, las anécdotas, los chistes.

Es la clásica sobremesa, en que la charla y la risa son otros platos y bebidas más.

Ya finalizada la comida, viene esa larga sesión que puede ser amenizada con más postre, vino o café… pero donde el plato fuerte siempre es la conversación: la (al inglés casi intraducible) sobremesa.

Y esa palabra tan bella y cómoda, ¿cómo traducirla  al ingles?

Todo un rompecabezas, porque “sobremesa” carece de equivalente exacto, ni tampoco muy cercano, en inglés.

Los intentos de traducción que hemos visto (entre ellostable talk, after-dinner conversation, and sitting on after a meal) apenas describen el fenómeno. ¡Y, es que la sobremesa es más que cualquiera de esas cosas!

Pero, como dicen, “es lo que hay”. A veces se traduce por descripción, por inexacta y torpe que sea.

En otras ocasiones, se usa la palabra extranjera. Pasa mucho cuando el traductor necesita transmitir cuán diferente, cuán “otra” es una cultura: es el caso de muchas novelas y textos antropológicos.

Es intrigante preguntarnos por qué una lengua no puede nombrar algo que la otra sí puede. En cuanto a la sobremesa, no es, por cierto, que la cosa  no ocurra entre angloparlante. Probablemente, eso sí, ocurre menos; en todo caso, no se le da la suficiente importancia cultural como para asignarle nombre.

Good words!

Pablo

Copyright 2013 Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados.

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2013-02-04 by Pablo J. Davis Leave a Comment

¿Viste la victoria de los Cuervos en el Super Tazón XLVII?

Querida lectora o lector,

En el mundo hispano, el partido en que se decide el campeón de una liga o torneo, es “la final”.

En Estados Unidos, donde lo publicitario es ciencia y arte, desde 1901 existe la World Series del béisbol (“Serie Mundial”), nombre no precisamente modesto.

Hace casi medio siglo, la final de la NFL se conoce comoSuper Bowl. Otro brillante golpe de márketing fue ponerles números romanos: el del domingo pasado, en que se coronó Baltimore, fue Super Bowl XLVII… letritas que proclaman un acontecimiento histórico, imperial.

Bowl designaba originalmente a estadios (primero el de la Universidad de Yale), por su forma hemisférica de anfiteatro.

Para nombrar un partido, el término nace en 1923, con el Rose Bowl universitario, ligado al Torneo de las Rosas, de Pasadena. Luego Sugar Bowl, Cotton Bowl y docenas más; en los ‘60s, el Super Bowl profesional. (Curiosamente, los dos primeros, ganados por Green Bay Packers ante Kansas City Chiefs en 1967 y Oakland Raiders en 1968, no se conocieron por tal nombre, el que fue aplicado a posteriori, con sus numeritos romanos, en 1969; el partido de enero de ese año, en que New York Jets dejó pasmado al mundo deportivo con su victoria frente al temible Baltimore Colts, se conoció como Super Bowl III).

El contacto del español con el fútbol americano es reciente; apenas en los ‘80s empieza a usarse “Super Tazón”. Pero la resonancia y prestigio del término Super Bowl es fuerte, y de hecho, el calco directo del inglés se usa más que la traducción con “Tazón”.

Los sobrenombres de ambos finalistas tienen conexiones hispanas: Cuervos (Ravens) de Baltimore, con su alusión a Edgar Allan Poe, escritor que tanto influyó en la literatura hispanoamericanos, y Forty-Niners de San Francisco (generalmente sin traducción), referencia a los buscadores de oro en California a partir de 1849, tras la guerra sellada con el Tratado de Guadalupe Hidalgo.

Good words!

Pablo

Copyright 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Este ensayo originalmente se escribió para la edición del 10 al 16 de febrero de 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna semanal “Misterios y Enigmas de la Traducción”. Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee.

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2013-01-20 by Pablo J. Davis Leave a Comment

¡Peligro! Un “Notario Público” no es lo que parece

Querida lectora o lector,

Muchas de las palabras que consideramos en este espacio pertenecen a la cultura cotidiana: “yapa” y “educación”, “¡Felicidades!” y “¡Felicitaciones!”, el casi intraducible “piropo”.

Buena parte del quehacer traductoril de este servidor, en cambio, es de carácter legal: contratos y testamentos, cartas poder, demandas y reclamos.

Típico sello de ‘Notary Public’ en Estados Unidos. La traducción de este título por ‘Notario’ o ‘Notario ´Público’ no es sólo incorrecta sino potencialmente peligrosa.

En estas faenas, es frecuente toparse con el título de notary public, cuya traducción al español se nos exige.

Notary: ¡Tamaña trampa nos tiende esta palabra!

Pues la traducción obvia y directa por “notario público” es absolutamente incorrecta.

Los lingüistas hablan de “falsos amigos”: aquéllas palabras que parecen iguales, incluso tienen un origen común, pero significan cosas diferentes.

Así fabric (tela) no es fábrica ni sentence (castigo) sentencia, ni compromise(acuerdo, término medio)  compromiso.

En los países hispanohablantes, el notario (siempre es “público” porque requiere autorización del gobierno) es un abogado especializado en legalización de documentos y temas afines. En Argentina, Uruguay y Paraguay, son “escribanos”.

El notary norteamericano no es abogado; los requisitos para acceder a ese cargo son mínimos.

De ahí que la frecuentísima traducción de notary por “notario”, además de equivocada, pueda inducir al público inmigrante al error de creerlos abogados.

De hecho, esta traducción directa está expresamente prohibida por ley en algunos estados, entre ellos Texas y Florida.

Nuestra recomendación general es traducir notary por “fedatario”—individuo autorizado para dar fe de la legitimidad de las firmas y juramentos.

Good words!

Pablo

Copyright ©2013 Pablo J. Davis. Se reservan todos los derechos. All Rights Reserved. Este ensayo se escribió originalmente para la edición del 27 enero 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), donde forma parte de la columna semanal Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation.

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