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El domingo 22 de junio se cumplen veintiocho años desde el que muy posiblemente haya sido el gol más sonado de la historia mundialista: el segundo de Maradona contra Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México, en el Estadio Azteca. (Su primer gol de ese partido, en cambio, en que el balón recibió el impulso de la que Maradona posteriormente llamara “la mano de Dios”, tal vez sea el más infame de cualquier Mundial.) El dramatismo del momento trascendió el terreno deportivo, ya que la breve pero cruenta Guerra de las Malvinas entre los dos países había ocurrido apenas cuatro años antes y para los argentinos en particular, las heridas eran todavía muy frescas.
A la altura de esa jugada tan brillante, en la que el “10” argentino arrancó desde atrás de la mitad de cancha y en electrizante ataque dejó atrás a seis ingleses para marcar ese tanto inolvidable, estuvo el relato del uruguayo Victor Hugo Morales. Es más, la narración en vivo de ese gol por Morales debería recordarse como una de las más inspiradas improvisaciones jamás registradas en lengua española. (Quien quiera seguir la jugada y el relato, puede hacerlo en http://tinyurl.com/diegoool)
Con la pelota el Diego, y con la palabra Víctor Hugo:
“Balón para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial. Y deja el tercero, puede tocar para Burruchaga… Siempre Maradona. ¡Genio, genio, genio! Ta… ta… ta… ta… ta… ta… ta…! ¡Goooool! ¡Goooool!
“¡Quiero llorar! ¡Dios santo, viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diegoool! ¡Maradona! ¡Es para llorar, perdónenme!Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2, Inglaterra 0. ¡Diegol! ¡Diegol! ¡Diego Armando Maradona! Gracias, Dios, por el fútbol… por Maradona… por estas lágrimas… por este Argentina 2, Inglaterra 0.”
Transcribir esta genial y espontánea narración, reducirla a palabras en el papel o en la pantalla, no puede evitar cierta arbitrariedad, no puede dejar de quedar corto. Difícilmente podrá captar la chispa de la transmisión en vivo. Pero aun así, en ella queda al descubierto lo maravilloso del relato. Lo de Morales trae ritmo y pasión, la feliz ocurrencia del “barrilete cósmico” (en otros países sería “cometa”, “cachirulo”, “piscucho”), el pulso del muy uruguayo “ta-ta-tá”, simetría y la armoniosa resolución de los agradecimientos finales, pronunciados en tono descendente, bajando de la exaltación emocional de vuelta a tierra.
En poco más de cien palabras, y hasta en los momentos en que perdía el hilo concreto de los hechos, Víctor Hugo Morales logró transmitir lo estupendo de la jugada y el propio asombro ante ella, asombro compartido por millones de personas. En esas palabras y, no olvidarlo, todo lo que se escapa a lo puramente verbal (tono y volumen de la voz, ronquera, llanto, el manejo del tiempo), plasmó el sentimiento de la hinchada, de un país entero y mucho más.
El resultado fue memorable y conmovedor: otro golazo.
Una versión de este ensayo fue escrita originalmente para publicación en la edición del 22 de junio de 2014 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) como parte de la columna bilingüe semanal “Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation”.
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