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Pablo J. Davis

Pablo is a lawyer, translator, and historian. Many of the posts, or short essays, here are drawn from the newspaper column “MIsterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation” (published weekly in La Prensa Latina, Memphis, Tennessee, since July 2012). Pablo had the good luck to grow up marinating in at least a half-dozen languages—his native Spanish and English; French, used by his parents to communicate what they thought were secrets; a salting of Yiddish and a rumor of German; and seasonings of Italian, Portuguese, and Russian. He has always been fascinated with language in its many aspects—a form of human behavior; a medium for the creation of beauty; a tool of persuasion and inspiration; a weapon and instrument of power; and a record of human history, knowledge, and thought, to name just a few. These are some of the concerns and passions that run through the essays on this site. Your interest is appreciated, and your thoughts and comments are very welcome.

2014-06-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Aquél “barrilete cósmico” del Mundial del ’86

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El domingo 22 de junio se cumplen veintiocho años desde el que muy posiblemente haya sido el gol más sonado de la historia mundialista: el segundo de Maradona contra Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México, en el Estadio Azteca. (Su primer gol de ese partido, en cambio, en que el balón recibió el impulso de la que Maradona posteriormente llamara “la mano de Dios”, tal vez sea el más infame de cualquier Mundial.) El dramatismo del momento trascendió el terreno deportivo, ya que la breve pero cruenta Guerra de las Malvinas entre los dos países había ocurrido apenas cuatro años antes y para los argentinos en particular, las heridas eran todavía muy frescas.

A la altura de esa jugada tan brillante, en la que el “10” argentino arrancó desde atrás de la mitad de cancha y en electrizante ataque dejó atrás a seis ingleses para marcar ese tanto inolvidable, estuvo el relato del uruguayo Victor Hugo Morales. Es más, la narración en vivo de ese gol por Morales debería recordarse como una de las más inspiradas improvisaciones jamás registradas en lengua española. (Quien quiera seguir la jugada y el relato, puede hacerlo en http://tinyurl.com/diegoool)

El mágico pie izquierdo de Diego Armando Maradona, camino a su mítico segundo gol a Inglaterra en el Mundial de México, 1986; relatado, también con magia, por Víctor Hugo Morales.

El mágico pie izquierdo de Diego Armando Maradona, camino a su mítico segundo gol a Inglaterra en el Mundial de México, 1986; relatado, también con magia, por Víctor Hugo Morales.

Con la pelota el Diego, y con la palabra Víctor Hugo:

“Balón para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial. Y deja el tercero, puede tocar para Burruchaga… Siempre Maradona. ¡Genio, genio, genio! Ta… ta… ta… ta… ta… ta… ta…! ¡Goooool! ¡Goooool!

“¡Quiero llorar! ¡Dios santo, viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diegoool! ¡Maradona! ¡Es para llorar, perdónenme!Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos…  Barrilete cósmico… ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2, Inglaterra 0. ¡Diegol! ¡Diegol! ¡Diego Armando Maradona! Gracias, Dios, por el fútbol… por Maradona… por estas lágrimas… por este Argentina 2, Inglaterra 0.”

Transcribir esta genial y espontánea narración, reducirla a palabras en el papel o en la pantalla, no puede evitar cierta arbitrariedad, no puede dejar de quedar corto. Difícilmente podrá captar la chispa de la transmisión en vivo. Pero aun así, en ella queda al descubierto lo maravilloso del relato. Lo de Morales trae ritmo y pasión, la feliz ocurrencia del “barrilete cósmico” (en otros países sería “cometa”, “cachirulo”, “piscucho”), el pulso del muy uruguayo “ta-ta-tá”, simetría y la armoniosa resolución de los agradecimientos finales, pronunciados en tono descendente, bajando de la exaltación emocional de vuelta a tierra.

En poco más de cien palabras, y hasta en los momentos en que perdía el hilo concreto de los hechos, Víctor Hugo Morales logró transmitir lo estupendo de la jugada y el propio asombro ante ella, asombro compartido por millones de personas. En esas palabras y, no olvidarlo, todo lo que se escapa a lo puramente verbal (tono y volumen de la voz, ronquera, llanto, el manejo del tiempo), plasmó el sentimiento de la hinchada, de un país entero y mucho más.

El resultado fue memorable y conmovedor: otro golazo.

Una versión de este ensayo fue escrita originalmente para publicación en la edición del 22 de junio de 2014 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) como parte de la columna bilingüe semanal “Misterios y Enigmas de la Traducción/Mysteries & Enigmas of Translation”.

Copyright ©2014 by Pablo J. Davis. All rights reserved. Se reservan todos los derechos.

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2014-02-27 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Jergas o lenguajes “secretos”

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Querida lectora o lector:

La idea de un lenguaje secreto o encifrado es antigua, y muy cotizada entre adolescentes, colegas de oficio, presidiarios—cualquier grupo que sienta la necesidad o deseo de excluir de su comunicación a los de afuera.

Estas dos personas ilustran el verbo "to razz" en ingles, una manera de abuchear o expresar desprecio. El origen de esa palabra está en la jerga rimada del Este de Londres, la llamada "rhyming slang".

Estas dos personas ilustran el verbo “to razz” en ingles, una manera de abuchear o expresar desprecio. El origen de esa palabra está en la jerga rimada del Este de Londres, la llamada “rhyming slang”.

En inglés, el Pig Latin (latín de cerdos) infantil corre el primer sonido de la palabra al final, seguida de ‘ay’ (suena ‘ei’): ellohay = hello (hola). Es como el “jeringoso” o  “jerigonso/a” (voces derivada de “jerga”, ingl.  jargon) en español: en este juego, más complejo, tras cada sílaba se intercala ‘p’ más la repetición de la vocal de esa sílaba: “hopolapa” = hola, “sipi” = sí, “grapaciapas” = gracias.

Una jerga muy popular en la región del Río de la Plata (Argentina y Uruguay) es el “vesre” o “vesrre” (jerga al revés, cuyo nombre no es otra cosa que la palabra “revés” al revés). En el vesre, se invierte el orden de las sílabas, aunque no siempre con precisión matemática: “yobaca” (caballo), “jermu” (mujer), “viorsi” (servicio, o cuarto de baño), “dolape” (pelado, o calvo), “lompa” (pantalón), “tidorpa” (partido). Cuando se hace algo inútilmente, se usa el vesre para decir que fue “al dope” (“al pedo” en lenguaje coloquial rioplatense significa inútil, en vano).

Algo parecido se hacía con el back slang de la Inglaterra victoriana,  en que se invertía las palabras, no por sílabas, sino letra por letra: evig ti ot em = give it to me (dámelo). Al parecer era muy usado por compañeros de trabajo en puestos callejeros y comercios para engañar a clientes.

Una jerga sumamente creativa y divertida es el rhyming slang (jerga rimada) cockney, o sea, con su origen en los barrios populares del Este londinense. Slabs of meat (cachos de carne) = feet (pies), trouble and strife (desdichas y querellas) = wife (esposa), Lee Marvin = starvin’ (hambriento), apples and pears = stairs (escaleras), bread and honey = money (dinero). Often rhyming slang shortens the encoded phrase so that the rhyme is implicit, for instance: “I fell down the apples and broke me hand” = I fell down the stairs and broke my hand (me caí por la escalera y me quebré la mano).

El verbo to razz, que significa abuchear sacando la lengua a medias y soplando por entre los labios semicerrados, imitando el sonido de una flatulencia, tiene un origen comiquísimo en la jerga rimada cockney: proviene de raspberry tart (tarta de frambuesa), que rima con fart (pedo).  En EEUU ese ruido también se llama Bronx cheer (aplauso del Bronx). Las fotografías arriba muestran a dos individuos en pleno razzing.

Si bien es cierto que ninguno de estos “lenguajes” es difícil de descifrar en el papel, hablados a gran velocidad pueden ser bastante eficaces para comunicar secretos. Pero al margen de su uso confidencial está el simple disfrute que le da a muchas personas este tipo de juegos de lenguaje: su aspecto “lúdico”.

Copyright ©2014 by Pablo J. Davis. All rights reserved.

Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la American Translators Association (Asociación Norteamericana de Traductores) ing>esp, e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee ing<>esp. Una versión anterior de este ensayo fue publicado originalmente por La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) en su edición del 2 al 8 de marzo. 2014, como parte de la columna bilingüe semanal ‘Misterios y Enigmas de la Traducción’/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2013-12-30 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Feliz Año Nuevo, Happy New Year…

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Querida lectora o lector,

Está a la orden del día este saludo, junto a “¡Feliz Año!” y “¡Próspero Año Nuevo!”

En inglés, por lo general, se dice “Happy New Year!”, sin variantes.

La Nochevieja se llama New Year’s Eve en inglés: víspera de Año Nuevo.January antique almanac

El nombre de enero (January en inglés, con mayúscula) es por Jano, dios romano de las puertas, con una cara mirando hacia atrás y otra adelante. Como solemos hacer a principios de año: las resoluciones de año nuevo (New Year’s resolutions en inglés) parecen remontarse a la era romana. Es de suponer que su incumplimiento es de similar antigüedad.

El año no siempre comenzó en enero. Entre otras fechas, este honor le tocó por largos siglos al 25 de marzo, comienzos de la primavera en el Hemisferio Norte. Fue remplazado por el 1º de enero al adoptarse el calendario gregoriano (en 1582 en los países católicos, más tarde en otras partes, como 1752 en Inglaterra).

Para fechas en años cercanos al cambio, es frecuente encontrar la leyenda ‘Estilo Viejo’ (calendario juliano) o ‘Estilo Nuevo’ (gregoriano). De hecho, en documentos de mediados del siglo XVIII en lengua inglesa, se usan ‘O.S.’ (Old Style) y ‘N.S.’ (New Style) a modo de aclaración. Por ejemplo, la fecha “Mar. 15, 1753 O.S.” sería igual a “Mar. 15, 1754 N.S.” ya que en el sistema antiguo, el año cambiaba no el primero de enero sino el 25 de marzo.

En el calendario republicano francés tras la Revolución, la fecha que iniciaba el año era nuestro 22 de septiembre.

El comienzo del año (o ejercicio) fiscal, según el país, puede ser  1º de enero, abril, julio u octubre. El escolar, en marzo en el Hemisferio Sur, tradicionalmente en septiembre en el Norte (para tristeza de la juventud, arranca cada vez más temprano,  ¡hasta a principios de agosto!).

Movedizos son el Año Nuevo judío (este año 24-26 septiembre), islámico (este año 24-25 octubre) y chino (este año 31 enero).

Incluso los cumpleaños pueden considerarse, y de hecho son pensados así por muchas personas, como el comienzo de un nuevo año en lo personal.

Así es: cada año hay muchos Años Nuevos. Que todos y cada uno de ellos en el 2014 le traigan salud y prosperidad a usted y sus seres queridos.

Pablo Julián Davis, PhD, CT es Traductor Certificado por la American Translators Association (Asociación Norteamericana de Traductores) ing>esp, e Intérprete Certificado por la Suprema Corte de Tennessee ing<>esp. Una versión anterior de este ensayo fue publicado originalmente por La Prensa Latina (Memphis, Tennessee) en la edición del 30 dic. 2013 al 5 ene. 2014, como parte de la columna bilingüe semanal ‘Misterios y Enigmas de la Traducción’/Mysteries & Enigmas of Translation.

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2013-11-21 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Cómo trabajar con un intérprete

Si usted es paciente o médico, cliente o abogado, es muy probable que en algún momento use los servicios de un intérprete. Algunas ideas y consejos al respecto:

  1. “Intérprete” es quien convierte el diálogo hablado de una lengua a otra, “traductor” quien lo hace con textos escritos: dos oficios separados, dos destrezas bastante distintas (aunque hay profesionales que se desempeñan en ambos campos, a alto nivel).
  2. Utilice en lo posible, a un intérprete profesional, certificado por: Legal: La Suprema Corte de su estado (Certificado es el nivel más alto, Registrado significa que la persona no ha aprobado todos los examines necesarios), los Tribunales Federales ó NAJIT. Médico: IMIA, CCHI ó NBCMI. (La ATA certifica a traductores en particular.) Estas certificaciones conllevan un nivel de confiabilidad y profesionalismo importante. Además, pueden verificarse; representarse falsamente como certificado, constituye el delito de fraude.
  3. Es muy común usar a hijos o amigos bilingües como intérprete. En asuntos legales o médicos, particularmente, esto no es nada aconsejable. Hay demasiado en juego para dejar la cosa en manos de amateur. Además, hay asuntos que los hijos menores no deberían estar oyendo y tratando.
  4. No se siente muy natural, pero haga el esfuerzo de mirarle a los ojos a la persona con quien está hablando, de tratarlo directamente como “usted”—casi como si el intérprete no estuviese allí.  El intérprete es una parte fundamental de la interacción, pero en sí no es parte de la conversación. Por lo tanto, no le hable al intérprete, ni le diga, “Pregúntele a la doctora si…” El intérprete debe usar la primera persona, “Yo” (en inglés, I), salvo que, al hablar por sí mismo, debe usar la tercera persona: “El intérprete quiere aclarar…”
  5. En la interpretación, hay dos modalidades principales: la consecutiva y la simultánea.  En la consecutiva, un individuo habla, luego pausa y el intérprete interpreta lo que acaba de decir ese individuo. Si se está haciendo interpretación consecutiva, es importante que usted use frases cortas, para que el intérprete pueda ser lo más exacto posible. Si dice números, direcciones o fechas, trate de pronunciarlos despacio.  En la interpretación simultánea, se interpreta en “tiempo real” todo lo que se dice; un intérprete profesional capacitado puede mantener un ritmo igual a la persona o personas a quienes interpreta, con sólo 1 o 2 segundos de demora.
  6. La interpretación es una de las actividades más complejas que puede desarrollar el cerebro humano. La presión sobre el traductor es grande, especialmente en los campos legal y medico, y es mental y físicamente agotador. Respetar la necesidad de descansos por parte del intérprete, o, si el encuentro es largo, de los intérpretes, es importante no solamente por la salud del profesional, sino también para asegurar un nivel de trabajo lo más alto posible.
  7. Si duda de cómo se interpretó (tradujo) alguna palabra, pida amablemente que se repita.
  8. Si el intérprete toma una pausa para hacer una pregunta, o para aclarar alguna duda, no se asuste: esto es casi siempre una señal de profesionalidad.
  9. Si lo dicho por el intérprete es mucho más corto, o mucho más largo, que lo que dijo usted u otra persona, puede haber un problema. El intérprete no tiene que dar un resumen de lo dicho, ni tampoco embellecer ni agregar nada. No se trata de que el número de palabras sea exactamente igual, pero el largo y el nivel de detalle entre el enunciado original y la interpretación deben guarder una relación aproximada.

Pablo Julián Davis, PhD, CT, cuenta con más de 25 años de experiencia profesional en interpretación y traducción entre inglés y español. Como intérprete, es Certificado por la Suprema Corte de Tennessee y ha aprobado el examen escrito de las Cortes Federales. Desarrolla una labor variada, con especialización en lo legal y judicial, además del campo médico y otros. Le ha tocado interpretar a distinguidas personalidades a nivel mundial, entre ellas Rigoberta Menchú Tum (Premio Nobel de la Paz), la teóloga Ada María Isasi-Díaz, el periodista David Bacon, el escritor Julio Cortázar y otros.

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2013-11-01 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Halloween y Día de Muertos: miedo y comunión

por Pablo J. Davis

Nos encontramos en el brevísimo intervalo entre el gran festejo norteamericano de Halloween (31 octubre), y el Día de Muertos (1 y 2 noviembre) asociado primordialmente con México, aunque celebrado en diversos países latinoamericanos. Es buen momento para reflexionar sobre cultura, sobre similitudes y diferencias.

La Calavera Catrina, genial creación del artista mexicano José Guadalupe Posada, ya lleva un siglo como el ícono por excelencia del Día de Muertos.

 

Es común la creencia, en Estados Unidos, de que el Día de Muertos es esencialmente “el Halloween mexicano”. Pero, ¿será cierto? Al igual que la palabra ‘amigo’ en español y friend en inglés, que se ubican una al lado de la otra en los diccionarios bilingües y sin embargo se refieren a realidades bastante distintas (lo mismo podría decirse de familia/family, fiesta/party y sinnúmero de otras duplas culturalmente significativas), Halloween y Día de Muertos comparten algunos símbolos y la misma época del año pero constituyen fenómenos culturales bien diferenciados.

Las diferencias entre dos fiestas, a primera vista tan similares, no son precisamente lo que se entiende en lingüistica por el término ‘falsos amigos’.  Esto último se refiere a palabras que a la persona extranjera parecieran significar una cosa, debido a su similitud con alguna palabra familiar en su idioma, pero que en realidad significan otra cosa. Por ejemplo, una persona hispanohablante al leer en inglés que ‘Smith suffered injuries at the hands of Jones’ posiblemente creerá que Jones insultó o calumnió a Smith; en realidad, de lo que se trata es una agresión física, ya que ‘injury’ en inglés significa lesión o lastimadura, y no calumnia como en español. Los falsos amigos pueden ser engañosos, pero en última instancia se corrigen con relativa facilidad por aquellas personas con buen dominio de ambos idiomas.

No es el caso, sin embargo, de los fenómenos culturales.  En ese plano, las diferencias suelen ser más sutiles, y posiblemente no las capte ni siquiera el diccionario bilingüe. La mayoría de los angloparlantes, por ejemplo, son más propensos a llamar a un individuo friend cuando en equivalente situación interpersonal, los hispanohablantes dirían más bien ‘compañero’ o ‘colega’ – reservándose ‘amigo’ o ‘amiga’ para relaciones de amistad más íntimas.  Se puede pensar que la palabra ‘amigo’ es un poco más ‘cara’ en español de lo que esfriend en inglés. Dicho esto sin ánimo de adjudicar superioridad a una ni a otra cultura; simplemente, registramos una importante diferencia cultural, una diferencia que cuando no se comprende, puede causar malentendidos y hasta dolor.

¿Y cómo se relaciona esto con Halloween y el Día de Muertos?  Son dos fiestas, que al parecer son equivalentes muy cercanos, si no básicamente intercambiables, pero que en realidad ocupan lugares muy distintos en cada mapa cultural.  Halloween es, esencialmente, un festejo construido a partir de un desafío o burla a la muerte y sus terrores, a los que se pretende neutralizar teatralizándolos.  Ocurre una especie de juego osado, un bailar frente a lo macabro.

En la cultura mexicana, mesoamericana  y latinoamericana en general, el Día de Muertos es otra cosa. Uno celebra, recuerda, honra a los seres queridos difuntos– padres, abuelos, tíos y otros familiares – y es muy común oir hablar a la gente de ‘mi muertito’ o ‘mi muertita’. A lo largo de las décadas y siglos de la Colonia, se fueron entrelazando tradiciones indígenas, precolombinas y precristianas de culto a los antepasados, por un lado, con los ritos del calendario cristiano y de esa interacción nacieron cosas nuevas: los estudiosos de la historia y cultura religiosa hablan de prácticas religiosas ‘sincréticas’. Así fue que la celebración del Día de Muertos vino a coincidir con el Día de Todos los Santos o la conmemoración de los Fieles Difuntos.

Las ramificaciones rituales de esta festividad son múltiples y complejas. Los pasteles horneados en la forma de calaveras y esqueletos, la creación de figuras de esqueleto en muchos casos vestidos y adornados con sombreros y otros accesorios, la preparación de altares con fotografías de seres queridos y con ofrendas a los mismos, la redacción de versos satíricos y una tradición iconográfica riquísima relacionada con la muerte (su exponente más famoso, José Guadalupe Posada, creó la inmortal ‘Catrina’ cuya imagen se ve arriba a la derecha) son tan sólo algunas de las infinitas prácticas festivas que el Día de Muertos ha generado.

Si bien hay prácticas religioso-culturales en otras partes de la América Latina que guardan ciertas similitudes con el Día de Muertos –por ejemplo, el culto de ‘San La Muerte’ en la zona cultural guaraní del Paraguay, norte de la Argentina y sur del Brasil, de fuerte arraigo popular pero desestimadas por la Iglesia Católica como tradiciones paganas – no hay nada que se asemeje realmente a la centralidad que ocupa el Día de Muertos en la cultura mexicana y mesoamericana.

No obstante, la entereza frente a la muerte y su aceptación, junto a la exigencia de mantener los vínculos de unión con los seres queridos desaparecidos, características fundamentales del Día de Muertos, forman un hilo conector que recorre gran parte del mapa cultural latinoamericano. Hace medio siglo, el gran guitarrista, compositor y cantante argentino, Atahualpa Yupanqui (1908-1992) plasmó en la letra de su canción, “Los hermanos”, esta conmovedora idea:

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar.
En el valle, la montaña,
en la pampa y en el mar.        

Cada cual con sus trabajos,
con sus sueños, cada cual.
Con la esperanza adelante,
con los recuerdos detrás.

. . .

Y así, seguimos andando
curtidos de soledad.
Y en nosotros nuestros muertos
pa que nadie quede atrás.

Yo tengo tantos hermanos
que no los puedo contar . . .          

Al final de cuentas, el desafío de interpretar los fenómenos culturales a través de las barreras del idioma nos exige una sutileza de comprensión aún más allá de lo que demanda la traducción.  Dos cosas que lucen muy parecidas pueden ser fundamentalmente distintas. En este caso, dos fiestas que evidentemente tienen que ver con la mortalidad humana: en un caso, un jocoso desafío a la muerte, en el otro, una amorosa y alegre comunión con los seres queridos difuntos.

Copyright ©2011-2013 by Pablo J. Davis. All Rights Reserved. Una versión de este ensayo apareció originalmente en octubre del 2011, en http://interfluency.wordpress.com. Se la vuelve a publicar en versión revisada, con traducción al inglés.

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2013-09-27 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Herencia hispana: por qué importa el español

La Mezquita y Catedral de Córdoba, en el Sur de España, se considera uno de los tesoros de la cultura humana y está entre los sitios de Patrimonio Mundial de la UNESCO. En su majestuosa geometría, logra plasmar el complejo encuentro de Áfria, Europa y Asia que se fue desarrollando a lo largo del Medioevo ibérico, y que influyó profundamente en la evolución de la lengua española moderna.

Es fuerte el predominio del español entre las lenguas extranjeras en Estados Unidos. Lo estudiaban 865,000 universitarios en el 2009; lo seguían el francés (216,000) y el alemán (96,000). El español convoca a más alumnos que todas las demás lenguas extranjeras juntas. En los grados K-12 (para usar el término norteamericano) de las escuelas públicas, las cifras son aun más abrumadoras: en 2007-08, 6.4 millones de alumnos cursaban español (el 72% de todos los estudiantes de lenguas extranjeras) al lado de apenas 1.3 millones para el francés en el segundo puesto.

¿Por qué se estudia tanto “la lengua de Cervantes” en EE.UU., si bien no siempre con un éxito rotundo? A continuación, algunas de las motivaciones más comunes:

Una población grande y creciente. La población hispanohablante de EE.UU., más de 40 millones, sobrepasa a las de la casi totalidad de los países hispanos. Para muchos norteamericanos, las cifras del Censo de por sí demuestran la importancia del español y subrayan la conveniencia de aprenderlo. Por no hablar de la geografía, que ubica al país hispano más poblado del planeta en la frontera sur de EE.UU. y millones de hispanohablantes más en las Antillas, a poca distancia de las costas de la Florida.

Servicio comunitario.  Gran número de jóvenes de nobles ideales buscan aprender el español para poder desarrollar actividades de servicio a la comunidad inmigrante, en áreas tales como alfabetización, salud, asesoramiento legal y educación, o bien en misiones de fe religiosa. A su vez, estas interacciones devienen en muchos casos un vehículo para el ”aprendizaje en servicio”, donde lo aprendido en el salón de clases se somete a la enriquecedora prueba de la experiencia real.

¿Lengua “fácil”?  La percepción del español como de fácil aprendizaje está muy difundida. De hecho, los universitarios norteamericanos típicamente lo ven como el modo más accessible de llenar el requisito de lengua extranjera de su institución. Es una verdad a medias: indudablemente, el español es una maravilla de consistencia gramatical y fonética, debido en gran medida a la Gramática de Nebrija (año 1492), una de las más tempranas para cualquier idioma moderno, como asimismo la fundación en 1713 de la Real Academia Española. Pero alcanzar un verdadero dominio de la lengua, ni remotamente puede considerarse tarea fácil.

¿Una lengua “cómica”? La frecuente fascinación con el llamado “Spanglish” —la incorporación de palabras y estructuras del ingles en el habla inmigrante— interpreta como cosa rara un fenómeno completamente natural cuando entran en contacto poblaciones con diferentes idiomas. Es un recurso lingüístico, no un dialecto ni mucho menos un idioma propio. El fenómeno inverso, bastante distinto, es el llamado “Faux Spanish” (falso español) entre angloparlantes: con frases como “no problemo” (no hay problema), “perfectamundo” (perfecto, perfectamente), “mucho macho” (muy macho, machote o hasta machista) y “el grande jefe” (gran jefe), transmite una actitud entre juguetona y burlona hacia el español y quienes lo hablan.

Trabajadores. Muchos norteamericanos asocian el español con inmigrantes pobres, en muchos casos indocumentados  —percepción comprensible a la luz de las obsesiones mediáticas y políticas en la actualidad, y tal vez de la experiencia personal. Desde esta perspectiva, la utilidad del idioma pasa por la comunicación con los trabajadores, o por su supervisión en el lugar de trabajo. Pero no se trataría en todo caso de un idioma “serio”, noción expresada no hace mucho tiempo atrás por una prestigiosa escuela privada de Virginia que en su sitio web se jactaba de ofrecer, por razones de rigor académico, solamente francés. Una premisa similar animaba al juez que, en sonado caso de agosto de 1995 en un juzgado de familia de Amarillo, Texas, ordenó a una inmigrante mexicana que dejase de hablar con su hija de cinco años en español, lengua cuyo uso constituía “abuso infantil” y que condenaría a la niña a un futuro “de sirvienta”. (Tanto la escuela como el juez dieron marcha atrás posteriormente, tras sufrir sendas avalanchas de críticas públicas.)

Una cultura “pintoresca”.  En Estados Unidos, es común oir expresiones de fascinación por la cultura hispana, pasando éstas muchas veces por la salsa (cocina) y la salsa (música y danza). Sin lugar a dudas, hay muchísimo interés sincero. A la vez, con adjetivos como “colorido”, “pintoresco”, “simple” y “exótico” se pinta un mundo hispano de campesinos, de vida rural y pueblerina, de una vida sumergida en “la tradición”. Esta perspectiva puede, sin querer, terminar por situar a los hispanos o latinos en un pasado primitivo, incluso fuera del tiempo. En otra perspectiva común, el español es visto como lengua de lugares adonde van muchos universitarios durante el receso de primavera, y otros turistas, a hacer “vida loca”. Se trata, en muchos casos, de lugares que, en un pasado, Estados Unidos conquistó, ocupó o dominó. De hecho, es ésta la otra cara de la moneda de “la lengua de trabajadores ilegales”. Una larga historia de relaciones de poder  ha sembrado hábitmos de pensamiento fuertemente arraigados.

¡Tamaña mezcla de razones y motivaciones (y es sólo un muestreo)! Aquí hay una sincera inquietud por conocer otras culturas,  el llamado al servicio, la fe y el amor a la justicia. Al mismo tiempo, nos topamos con la romantización simplona, la condescendencia y agendas del poder.

Aquí van otras razones, factores clave de la importancia del español y de su aprendizaje, en estos comienzos del siglo 21.

Una lengua global. El español ya ocupa el segundo puesto entre los idiomas del mundo, de acuerdo al número de hablantes nativos, excedido sólo por el chino mandarin. Más de 410 millones de personas (más de 1 de cada 20 seres humanos) lo tienen como primer idioma, más que el inglés que ocupa el tercer puesto con unos 360 millones —aunque el inglés salta adelante del español si se cuenta a aquellos que lo hablan como segundo idioma. El portugués (al que me gusta llamar la lengua “melliza” del español, proximidad que el inglés no goza con ninguna lengua viva) tiene más de 220 millones de hablantes nativos, en su mayoría en la ascendente potencia del Brasil. Los hispanohablantes comprenden en buen grado el portugués y de por sí cuentan con un “envión” natural al abordar su aprendizaje.

Potencia económica. Los 53 millones de hispanos en EE.UU. (¡1 de cada 6 personas!) gastan unos $1.3 trillones (o sea millones de millones) anualmente y el producto bruto interno (PBI) de los países hispanos es de $3.4 trillones, igual a la potencia industrial que es Alemania. Si incluimos a la república hermana del Brasil, la cifra asciende a $5.9 trillones, a la par de Japón. Hay incontables mercados en que vender, trabajos a desempeñar, textos a traducir por personas con un buen dominio del idioma (cosa inseparable de la comprensión cultural).

Una civilización mundial. Los idiomas encarnan la experiencia y creatividad de los pueblos. En el caso del español, esto abarca desde los antiguados legados íbero, celta, romano y germánico, además de la singular presencia rom o gitana (la palabra, derivada de “egiptano”, voz que da cuenta del paso de una porción de esa etnia errante por el Norte de África, por vía Egipto); casi un milenio de coexistencia cristiano-judío-musulmana; el primer imperio global de la historia; y, hoy, veinte sociedades multiculturales de herencia indígena, africana, europea y asiática. Como botoncito de muestra de la riqueza cultural plasmada en el español, consideremos cómo, en sociedades de fuerte mayoría cristiana, se expresa un deseo con la voz Ojalá, derivada del árabe (Inshallah).

El Caballero de la Triste Figura. El Quixote de Cervantes probablemente sea la obra de ficción más conocida y amada del mundo entero. Corona a una literatura que incluye la brillante poeta mexicana del siglo 17, Sor Juana Inés de la Cruz; ese maestro absoluto del estilo moderno, José Martí, caído en combate por la independencia de Cuba; el amado poeta chileno, Pablo Neruda; el argentino Jorge Luis Borges con sus misterios metafísicos; y los grandes relatores de nuestros tiempos, entre ellos el colombiano Garcia Marquez, el peruano Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes, la chilena Isabel Allende y Julia Álvarez d la República Dominicana.

La recuperación de la propia herencia.  Para una considerable proporción de los hispanos nacidos, o al menos criados, en EE.UU., el inglés es su lengua dominante o posiblemente único (nótese la diferencia entre las cifras de población hispana, 53 millones, y población hispanoparlante, 40 millones). Para aquellos expuestos al español en la infancia, sobre todo en el hogar (los docentes de lenguas los llaman estudiantes “de herencia”), aprender el idioma puede constituir una poderosa experiencia de recuperación de un patrimonio cultural y familiar.

Una vision de la vida.  Llegar a dominar el español es aprender otra manera de estar en el mundo, una peculiar combinación de seriedad, humor, jerarquía y dignidad. El angloparlante que lo hace, aprende a dejar de lado ese ubicuo pronombre imperial de “I” (¡único pronombre que lleva mayúscula en inglés!), adoptando en su lugar el yo,usado con mucha más moderación: el español reviste cierta modestia.  Uno aprende palabras para relaciones y costumbres que el inglés no puede nombrar: comadre y compadre para quienes apadrinan el hijo de uno, o a la inversa, tocayo para quien comparte el mismo nombre, sobremesa para ese largo y placentero rato que se pasa en la mesa conversando después de la comida. Al decir “Hasta mañana”, se agrega en muchos casos “si Dios quiere”: pequeña pero significativa reverencia lingüística ante la Deidad, o simplemente las incógnitas del porvenir.

Hay muchas rázones validas para estudiar español. Puede ser parte de la preparación para vacaciones en Cancún, o para mejor el funcionamiento de la oficina de recursos humanos de una compañía, o mil cosas más. Pero una pujante fuerza económica global, una literature que se sitúa entre las grandes del mundo y la búsqueda de la verdadera fluidez intercultural ofrecen otras motivaciones que a uno pueden expandirle la mente y hasta cambiarle la vida.

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Pablo J. Davis ofrece servicios de traducción e interpretación profesionalmente certificadas, además de variados entrenamientos culturales y lingüísticos, a través de Interfluency.com. Se publicó una versión de este artículo en The Commercial Appeal (Memphis, TN) el viernes 27 de septiembre de 2013.

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2013-08-13 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Por qué los hispanos le temen al martes 13, los anglosajones al viernes 13?

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Hoy es martes, el 13 de agosto del 2013. Martes 13, combinación que la superstición del mundo hispano tiene por día de mal agüero.

La mala suerte que se supone traen los ‘martes 13’ viene en doble dosis, pues a la triscaidecafobia (hermosa palabra griega, compuesta de las raíces trece + temor, que tiene la virtud de evocar a la perfección, con su sonido, a lo que nombra) que comparten la cultura hispanolatina con la anglosajona y otras, se suma una actitud negativa sobre los días martes.

Esta aversión a los martes no es para nada común en el mundo anglosajón, si bien en el ciclo de la semana laboral ese día no ha de ser el preferido de muchas personas.  En la rima infantil que vaticina el destino de un niño a partir del día de la semana en que nació, reza “Tuesday’s child is full of grace” (el niño nacido en día martes está lleno de gracia) y en otra poesía tradicional que narra la historia de un tal Solomon Grundy en siete días, ese personaje fue “christened on Tuesday” o sea, cristianado un martes.

(Al igual que este agosto del 2013, el mes de enero del año 1931 contaba con un martes 13.  La ilustración es del gran Florencio Molino Campos, dibujante y caricaturista argentino que era admirado por Walt Disney (con quien trabó amistad) y cuyas imágenes de escenas pampeanas, entre burlescas y cariñosas, han adornado almanaques en las paredes de incontables hogares y negocios argentinos desde hace casi un siglo.) 

En español, en cambio, el nombre del segundo día siguiente del Sabat conmemora a Marte, deidad romana de la guerra y equivalente del helénico Ares. De ese dios emanan una serie de cualidades negativas: agresión, duplicidad, hostilidad, egoismo. Despreciado por sus padres, Zeus y Hera, en muchas versiones de la mitología clásica, Marte podía ser admirado por su valor y potencia—al parecer Venus lo hizo—pero más fue temido. He aquí parte, al menos, de la razón por la cual se conceptúa tan negativamente al día martes en la cultura hispanolatina. Como reza el consabido refrán: “Día martes, no te cases ni te embarques”.

Pensando en todas estas connotaciones, imaginémonos en el pellejo de quienes, en 1980, preparaban para la distribución internacional una nueva película de horror norteamericana titulada Friday the 13th (Viernes 13) (que un tercio de siglo más tarde, se supone que sigue en pie como serie, con 12 ediciones hasta la fecha… ¿está en duda realmente si se rodará el número 13?).

¿Cómo titularla en español?  Con estricta corrección “de diccionario” podríamos ponerle Viernes 13.  Pero, para captar las resonancias más profundas dentro de la cultura hispanolatina, tal vez convenga correr el día de la semana a martes y convertir el título en Martes 13.  De hecho, eso es precisamente lo que ocurrió en varios países del mundo hispano, entre ellos el Perú, la Argentina, el Uruguay y otros. En otros países, en cambio, mayormente los situados más hacia el Norte, el largometraje se distribuyó bajo el título de traducción literal: fue éste el caso en España y México entre otros.

Una consecuencia de esta circunstancia tan entreverada fue que, hasta cierto punto, las asociaciones negativas de ‘viernes 13’ se han insinuado en la cultura hispanolatina. Es decir, algo prácticamente ausente de la cultura del mundo hispanohablante ha aparecido gracias al poder de lo que suele llamarse cultura popular, pero que con mayor puntería debería tal vez llamarse cultura comercial.

El caso subraya además la importancia, por lo general ignorada, de los traductores en la comunicación humana. Lo que dijo el poeta Shelley de su gremio—”Poets are the unacknowledged lawgivers of the world” (Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo) puede afirmarse de las profesiones hermanas de la traducción y de la interpretación.  El desempeño de los integrantes de estas profesiones pueden llegar a tener, y de hecho tienen, una influencia sobre los asuntos humanos. Lo que está en juego se nos vuelve más claro si pensamos en los textos de leyes y tratados, en la manera en que las palabras de un estadista se interpretan a otros idiomas en una tensa negociación internacional. Aun en el ejemplo, al parecer intrascendente, del título de una película, hay implicancias en  ‘el mundo real’.  La probabilidad de que se tomen determinadas decisiones personales o económicas —realizar una compra o alquiler, casarse, viajar— está influída por las creencias culturales acerca de días y fechas.

Siguen las aventuras en el mundo de la traducción, esta profesión que a la vez tiene de ciencia, de artesanía y de arte. Y nunca más grandes sus desafíos que cuando lo que nos toca traducir son los fenómenos culturales.

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2013-06-15 by Pablo J. Davis Leave a Comment

La Carta Magna cumple 798: ¿qué queda de esta torre de la libertad humana?

Hoy marca un aniversario importante; y dentro de exactamente dos años, el 15 junio 2015, llegaremos a un hito extraordinario: los ochocientos años de la Carta Magna.

Fuera de lo bíblico, desconocemos  conmemoraciones de hechos tan antiguos.  Hemos visto un bicentenario (1976, Declaración de Independencia estadounidense), un cuarto centenario (2007, fundación de Virginia) y un quinto centenario (1992, arribo de Colón).

Los barones que obligaron al Rey Juan a firmar la Carta Magna en 1215 luchaban por lo que entendían ser sus derechos y prerrogativas.  No podían saber que ese documento sería inmortal y que devendría, con los siglos, todo un hito en la lucha por la libertad humana y el gobierno constitucional.

 

¡Al llegar Colón a estas orillas, la Carta Magna ya tenía tres siglos de antigüedad!

¿Acaso a alguien le importa? Debería hacerlo. Despreciarlo sería como arrojar la herencia familiar más preciada al basural.

¿De qué se trata el documento?  En sentido estricto, fue un acuerdo de paz entre un grupo de nobles ingleses sublevados contra el poder real arbitrario,  y el monarca, Juan (Bad King John, el Mal Rey Juan para incontables generaciones de alumnos ingleses, contrapuesto a Good Queen Bess,  la Buena Reina Isabel).

Tras su victoria en Runnymede, los rebeldes exigieron a Juan la firma de una exposición de derechos y libertades que el rey había de respetar.

Escrita en latín, la Magna Charta Libertatum (Carta Magna de las Libertades) contiene 63 artículos. El 39 es el más famoso:

“Ningún hombre libre será apresado ni encarcelado, ni despojado de sus derechos ni bienes, ni declarado fuera de la ley ni desterrado, ni perjudicado de ninguna otra manera, ni procederemos por la fuerza en su contra, ni enviaremos a terceros para hacerlo, salvo por juicio legal de sus pares o por la ley del país.”  Suele citarse también el 40, que le sigue: “A nadie venderemos, ni a nadie privaremos ni demoraremos derecho o justicia”.

Los “hombres libres” referidos eran, claro está, los nobles.  En este conflicto local entre dos grupos privilegiados en el año 1215, sin embargo, está el germen del derecho constitucional, el modelo del debido procedimiento legal (en inglés, due process of law) y la fuente primordial de la Carta de Derechos norteamericana.  La Carta Magna sienta el principio fundamental de que nadie—ni el soberano—está por encima de la ley.

Contiene muchísimo más, incluído el singular artículo 61 que establece un comité de 25 nobles, facultado para velar por el cumplimiento de la Carta, denunciar cualquier infracción a la misma, solicitar su reparación y hasta rebelarse en caso de no obtener remedio.  Y un documento estrechamente relacionado , la Carta de la Selva (Carta Foresta, año 1217) reconoce el derecho del pueblo a acceder a la comuna ( las tierras reales), en busca de recursos esenciales para la superviviencia, tales como agua, leña y pastizales para los animales de granja.

La historia nos demuestra que los derechos por los que se luchó en Runnymede, y a cuyo reconocimiento fue obligado el Rey Juan en el campo de batalla y en la mesa de negociaciones, deberían ser conquistados nuevamente, una y otra vez.  Aunque Magna Carta sea inmortal—un documento y un logro humano eternos—los poderosos de la tierra no siempre han respetado sus principios.

Otros, más adelante en el curso del tiempo—e incluso en otros lugares—afirmarían de nuevo esos derechos y en ocasiones triunfarían. La Carta de Derechos inglesa (1689) fue la culminación de una de esas luchas.  En estas orillas, la Declaración de Independencia (1776) y la Carta de Derechos (1789) anunciaría y culminaría, respetivamente, otra. Y al redactar la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), Eleanor Roosevelt y sus colaboradores se inspiraron en gran medida en la Carta Magna.

Cuando se festeje el octavo centenario, ¿se divulgará ampliamente este texto? ¿El resto de las cláusulas?  ¿Y la Carta de Foresta? Es más, cabe preguntarse: ¿el aniversario siquiera se recordará?  Pues hoy una reseña de sitios Web de medios importantes de Inglaterra y Estados Unidos, de variados signos ideológicos, no ha dado con mención alguna de esta histórica fecha.

Y más importante aun: ¿debatiremos si los derechos plasmados en la Carta Magna quedan en pie?  En Estados Unidos, se han sentado las bases del estado de excepción en razón de una “guerra” vagamente definida, sin enemigo concreto y de duración cuasi perpetua.  Un presidente Republicano inició, y su sucesor Demócrata ha profundizado, el ejercicio del encarcelamiento perpetuo sin cargos y hasta de la ejecución sumaria, como legítimas atribuciones del poder ejecutivo.

El octavo centenario de la Carta Magna será probablemente la ocasión de una celebración abstracta, con discursos altisonantes. Lo que puede y debe ser, en cambio, es un momento para un auténtico cuestionamiento del ejercicio del poder en una república constitucional. Cabe en esta fecha un franco inventario de lo que queda de las libertades ancestrales que el pueblo no ha de dejar escurrírsele de entre los dedos por alguna combinación de apatía, distracción, ignorancia y miedo.

Copyright © 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Una versión anterior de este ensayo se escribió originalmente para la edición del 16-22 junio 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna “A Mi Modo de Ver”.  Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA (inglés>español) e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee (inglés<>español); se doctoró en Historia por la Universidad de Johns Hopkins.

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2013-06-15 by Pablo J. Davis Leave a Comment

Pájaros, aves, …birds

Querida lectora o lector,

E.G., un amigo angloparlante con bastante buen dominio del español, nos pregunta por las diferencias entre “ave” y “pájaro” para traducir bird.

Para empezar, ambas son de origen latín: avis y passer (gorrión), respectivamente.

Gorrión y avestruz: ambos son aves, pero comúnmente se llamaría “pájaro” solo al primero.

¿Cómo se divide el terreno de significados (el “campo semántico”, para los lingüistas) entre ellas?

“Ave” es el nombre científico: la Clase Aves, en la taxonomía clásica. Y es amplio: abarca desde el picaflor hasta el avestruz, gorriones, pavos y garzas. Se usa para nombrar subcategorías: aves de rapiña, de granja, ó cantoras. Y es de registro ó tono literario.

“Pájaro”, fiel a su origen, se aplica por lo común a un ave pequeña, voladora y (casi siempre) cantora. Es algo informal, y en clave de humor puede aplicarse a aves que normalmente no se los llamaría así—al pingüino, por ejemplo, o al ganso o al ñañdú (contraparte sudamericana del avestruz, con tres dedos en cada pie).

En inglés, bird carga con casi todo el peso que en español comparten “ave” y “pájaro”.  La raíz latina avis sólo aparece en lenguaje científico-técnico (avian, aviform, aviation). Las aves de rapiña serían birds of prey; las de granja, poultry.

En lenguaje muy informal o vulgar “pájaro” o “pajarito” puede referirse al órgano genital masculino, connotación no ausente de bird cuando al gesto obsceno del dedo medio se refiere (to flip the bird, literalmente: mostrar el pajarito). En algunos países de lengua hispana (antillanos especialmente), “pájaro”, “pato” y palabras afines pueden referirse al hombre homosexual.

El inglés y el español coinciden en algunas expresiones relacionadas a las aves.  Por ejemplo, “Me lo contó un pajarito” tiene su contraparte idéntica en inglés: A little birdie told me.  Ambas lenguas también coinciden con “rara avis” y strange bird para describir un individuo raro.

En cambio, por “Pájaro que comió, voló” uno se disculpa en inglés sin referencia alguna al diminuto ser plumado: ”Sorry to eat and run”.  Y la expresión for the birds (literalmente: para los pájaros) que en ingles significa que algo no tiene valor, no tiene contraparte en español—aunque en Argentina es común el dicho  “Alpiste, perdiste” cuando alguien dice algo del que luego se arrepiente, o más generalmente cuando pierde una oportunidad o comete un error.

Ya que estamos hablando de expresiones relacionadas a las aves, no podemos pasar por alto la jocosa definición del ser humano atribuida a Platón: “El bípedo sin plumas”.

Good words!

Pablo

Copyright © 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Una versión de este ensayo se escribió originalmente para la edición del 23-29 junio 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna “Misterios y Enigmas de la Traducción”.  Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA (inglés>español) e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee (inglés<>español).

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2013-06-02 by Pablo J. Davis Leave a Comment

El verano, sus nombres y amores

Querida lectora o lector,

El almanaque nos dice que todavía faltan unas semanas para el comienzo del verano del Hemisferio Norte, pero unos momentos al aire libre nos desmuestran que ya llegó. Pasemos un minuto con sus nombres en español e inglés.

Los amores de verano (‘summer romance’ en inglés), recuerdo agridulce para muchos.

 

“Verano” proviene del latín veranum, que podía significar verano o primavera—estaciones que hoy diferenciamos pero que antes, junto a sus nombres, se entremezclaban. De hecho, “primavera” se entendía como principio del verano.

Summer, en inglés, es voz germánica: es el origen de prácticamente todas las palabras de uso más común en inglés. En sajón antiguo, era sumar; uno de los textos más antiguos en lengua inglesa (siglo 13), es una canción celebratoria del verano que comienza: Sumer is icumen in (El verano ya llegó).

Tal cual se “veranea” en tal lugar, en español, los angloparlantes dicen We used to summer (Solíamos veranear) in Maine.

(Despejemos una duda: las estaciones del año no llevan mayúscula en inglés, salvo en nombres propios:Summer Olympics, Fall Semester.)

Con suerte, los niños van a “colonias de verano” también llamados “campamentos de verano”que se parece más al inglés summer camps.

El verano tiene otro nombre hispano: “estío” (del latín aestivum), que como adjetivo nos da “estival” y que es pariente del francés été. Fuera de lo literario, ya casi no se usa.

Esta raíz también aparece en inglés: to estivate y  estivation (el equivalente en época calurosa de la hibernación).  Curiosamente, el español—muchísimo más rico que el inglés en raíces latinas—no usa el verbo “estivar”.

Por último, ¿quién no suelta un suspiro al recordar los “amores de verano”? Dato curioso: esta frase, al igual quesummer romance en inglés, era de poco uso antes de la década de 1960.

Good words!

Pablo

Copyright © 2013 por Pablo Julián Davis. Todos los derechos reservados. Una versión de este ensayo se escribió originalmente para la edición del 9-15 junio 2013 de La Prensa Latina (Memphis, Tennessee), como parte de la columna “Misterios y Enigmas de la Traducción”.  Pablo Julián Davis (www.interfluency.com) es Traductor Certificado por la ATA (inglés>español) e Intérprete Judicial Certificado por la Suprema Corte de Tennessee (inglés<>español).

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