Cuando un joven guitarrista de 25 años, oriundo del histórico pueblo puertorriqueño de Lares (cuna del movimiento independentista de la Isla en el siglo 19), grabó una placa de musica navideña, Feliz Navidad (RCA Victor Latino, 1970), logró varias cosas.
Primero, gracias a la sencillísima pero pegajosa canción epónima ”Feliz Navidad,” ese muchacho, José Montserrate Feliciano García – José Feliciano a secas, para millones – se volcó a la fama mundial como músico y cantante.
Segundo, en la percepción pública de su arte, se vio atrapado por ese éxito: la mayoría del público consumidor de música popular ignora el virtuosismo de Feliciano como guitarrista anclado en la tradición clásica-española (como en modo similar, los sucesos del pianista Nat Cole y del guitarrista como cantantes pop hicieron que el gran público mundial desconociera su magistral dominio de sus respectivos instrumentos).
Y tercero, y relacionado más de cerca con esta temporada de fiestas, el éxito de la canción de Feliciano hizo que el saludo de ‘Feliz Navidad’ deviniera una de entre un puñado de frases en español que prácticamente todo angloparlante (ni hablar de nativos de otros idiomas) conoce.
Pero “Feliz Navidad” no es el único saludo intercambiado en el mundo hispano a esta altura del año. La más ecuménica “Felices Fiestas” también es común. Esto puede llegar a sorprender a quienes, en los Estados Unidos, ven (y se lamentan) en ese tipo de saludo y su equivalente en inglés, “Happy Holidays”, una insulsa secularización de una sagrada fiesta religiosa, secularización que imaginan como claudicación reciente por parte de una cultura cristiana mayoritaria, hasta hace poco cómodamente dominante en los Estados Unidos. Tal vez se imaginarían, también, que la cultura hispano/latinoamericana no ha experimentado una tendencia similar.
En realidad, la popularidad de Felices Fiestas y Feliz Navidad era más o menos pareja durante aproximadamente la primera mitad del siglo 20; el saludo más abiertamente religioso comenzó a sobrepasar a su “rival” alrededor de 1970 o 1975. Esto, al menos, es el cuadro que emerge a partir de la literatura digitalizada por Google e incorporada a una impresionante base de datos, accessible a través de la herramienta Google Ngram Viewer. En el siguiente diagrama, Feliz Navidad se traza en azul y verde, Felices Fiestas en rojo y amarillo.
Ahora bien: la frase ”Felices Fiestas” (y su equivalente en inglés, Happy Holidays) tampoco es necesariamente secular. Después de todo, la raíz de holidays es ‘holy days’ (literalmente ‘santos días’), y la palabra “fiestas” puede aludir a festividades religiosas también. Por ejemplo, el clérigo español del siglo 19, Valentín Mañosa y Arboix, propone en su libro Nuevo triunfo de la verdad católica el siguiente saludo, a usarse con otros cristianos que uno cree dirigirse por caminos equivocados:
“Deseo a V. y compañeros felices fiestas, y que el divino Jesús con su luz eterna disipe las tinieblas del error en que, por desgracia, están Vds. envueltos.”
Habrá dado sus satisfacciones al Padre Valentín componerla, ¡pero por algún motivo la fórmula que de ideó no se ha impuesto, exactamente, como saludo popular!
Aparte de ”Navidad” y “las Navidades”, el español cuenta con otra manera de referirse a la fiesta del natalicio de Jesúcristo: ”las Pascuas de Navidad”. La palabra “pascua” es más familiar y de uso más común para referirse a la Fiesta de la Resurrección, entroncándose en el Hemisferio Norte con la primavera y sus asociadas festividades paganas de la más remota antigüedad. Derive, por vía del latín pascha y el griego πάσχα, en última instancia del hebreo pesach (la pascua judía).
Pero “pascua” tiene otra acepción, registrada también por el Diccionario de la Real Academia Española: “Cada una de las solemnidades del nacimiento de Cristo, del reconocimiento y adoración de los Reyes Magos y de la venida del Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico”.
Así es que, “Felices Pascuas de Navidad”, o más escuetamente “Felices Pascuas”, es un saludo navideño alternativo, particularmente popular en España.
Claro está que, al margen de las palabras, se operan múltiples instancias de traducción cultural en esta época del año. La iconografía de la nieve, si bien se vuelve cada vez más un recuerdo en extensas zonas de Estados Unidos a raíz de los cambios climáticos, es directamente una fantasía en la mayoría de la América Latina. La realidad navideña de Lima o Buenos Aires es más bien de mallas, piscinas, cohetes y fuegos artificiales: allí el cielo nocturno en Nochebuena se parece más al Día de la Independencia, el 4 de julio en los Estados Unidos.
Hay otras sutilezas culturales además. “Papa Noel” y “Santa Claus” (a veces escrito en fonética más hispana como “Santa Clos”) se rivalizan en español como nombres para el ártico repartidor de regalos navideños. (En inglés hay una alternativa también, ya que en Gran Bretaña el nombre “Father Christmas” tiene gran acogida.) El horario para la apertura de regalos en Estados Unidos tiende a ser en la mañana del 25, en vez de la medianoche de Nochebuena tan típica del mundo hispano. Y la procesión tradicional de Las Posadas, ya limitada mayormente a México y la América Central, ofrece una puesta en escena popular de la búsqueda de alojamiento por parte de María y José; con la tremenda afluencia de mexicanos a los Estados Unidos, se difunde en ese país también. (Algo parecido ocurre con el Día de los Muertos.)
En grandes zonas del mundo hispano, el Día de Reyes sigue siendo una fiesta importante los 6 de enero. Al poner sus zapatos o, en algunos países, cajitas, fuera de su puerta como recipiente para los regalos que traerán los Reyes Magos, participan de una festividad navideña de honda tradición. Se deja paja y agua para los camellos, costumbre de la cual se percibe un eco en el mundo anglosajón en que se pone leche y galletitas para Papa Noel y sus renos.
La celebración de Navidad, propiamente dicha, experimentó gran crecimiento en la década de 1960, sobrepasando ampliamente a Reyes y trayendo consigo toda la iconografía germano-nórdica de nevadas, pinos, Papa Noel y el resto. Pero, en forma similar a Las Posadas, el Día de Reyes ha aguantado, tanto como tradición en sí, cuanto como (al menos en parte) resistencia a la norteamericanización cultural.
Los chicos más listos y abiertos celebran ambas fiestas. ¡Claro que el hecho de que así recibirán regalos dos veces en menos de quince días, es una mera y feliz casualidad! Felices Fiestas to all, y a todos Happy Holidays, con el amistoso saludo de Pablo Julián Davis e Interfluency Translation+Culture.
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